Los médicos atienden a una niña herida en el primero de los atentados.

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Cerca de treinta personas murieron ayer en Irak en combates y atentados que tuvieron como escenario el convulso «triángulo suní», corazón de la insurgencia, una mezquita chií del sur de Bagdad y una boda, coincidiendo con la fiesta del Sacrificio.

El primer ministro interino iraquí, Iyad Alui, salió la paso de los temores que predicen un baño de sangre el día de las elecciones generales del 30 de enero, con unas declaraciones a la televisión nacional en las que anunció que el plan especial de seguridad «se pondrá en marcha a partir de mañana».

La semana pasada, el propio primer ministro interino reveló que Irak sellará las fronteras dos días antes y el día después de los comicios, que se registrará la circulación de vehículos, se cortarán algunas carreteras y se impondrá un toque de queda nocturno.

Sin embargo, la ya redoblada vigilancia no impidió que este viernes fuera de nuevo sangriento, con diez personas muertas en el «triángulo suní», quince en un atentado contra un mezquita chií y cinco al estallar una bomba colocada en una ambulancia cuando se celebraba una boda.

Esta es la segunda vez que es atacado esta semana un templo chií, comunidad que a medida que se acerca la fecha de los comicios se ha convertido en objetivo regular de los insurgentes.

La frecuencia de los atentados contra los chiíes, que se perfilan como los vencedores de los comicios, ha multiplicado el temor a que estalle una guerra civil de carácter religioso en Irak.

El primer ataque ocurrió frente a una Huseiniya (mezquita chií) ubicada en el empobrecido barrio bagdadí de Umm al-Maarif, al suroeste de la capital. Un coche bomba, al parecer manejado por un suicida, detonó junto a la puerta del templo, que tenía unas escasas medidas de seguridad.

Ayer la Huseiniya estaba más concurrida de lo habitual debido a que la comunidad chií celebraba la fiesta musulmana del Sacrificio, o Aid al-Adha.

Horas después, un coche bomba segaba la vida de cinco personas que asistían a un casamiento en la localidad de Yusufiya, a unos 40 kilómetros al sur de Bagdad. Según el relato de la policía, los explosivos estaban colocados en una ambulancia que, manejada por un suicida, se empotró contra el edificio en el que los recién casados eran felicitados por los invitados.