El Pentágono estadounidense prepara una gran reducción de gastos en
la compra de nuevas armas, dentro de un amplio proyecto de
reestructuración y reducción del déficit, que lleva la impronta de
su jefe, el discutido Donald Rumsfeld.
El plan será presentado a comienzos del próximo año y los
esbozos filtrados hasta ahora indican que el Departamento de
Defensa busca reducir 60.000 millones en gastos en los próximos
diez años.
Los recortes son producto tanto de la necesidad de ahorrar
gastos ante el creciente déficit como del objetivo de Rumsfeld de
realizar una modernización a fondo de las Fuerzas Armadas, sobre
todo del Ejército, para hacerlas más rápidas y flexibles, y
eliminar sistemas de armas producto de la Guerra Fría.
«Rumsfeld quiso hacer la reestructuración cuando llegó al cargo,
y los atentados del 11-S y la guerra de Irak se lo impidieron.
Ahora está usando el déficit para ponerla en marcha», explicó
Michael O'Hanlon, un analista de defensa de Brookings Institution,
un centro de estudios con sede en Washington.
Los más afectados serían la Marina y la Fuerza Aérea, en
beneficio del Ejército de Tierra. El plan prevé dar de baja uno de
los doce portaaviones actualmente en servicio, el «John F.
Kennedy», y dejar de comprar un destructor y varios buques anfibios
de desembarco. Además, el Pentágono prevé un retraso en la
implantación del Futuro Sistema de Combate, un proyecto que, a un
coste de 120.000 millones de dólares, quiere crear una red de
computadoras para conectar a soldados con vehículos de combate y
aviones guiados por control remoto.
En los gatos se incluye el coste de la guerra en Irak, donde el
Pentágono preveía inicialmente haberse retirado para este 31 de
diciembre, aunque se ha tenido que retrasar la fecha.
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