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EFE-BGDAD
Las autoridades religiosas chiíes han pedido a sus seguidores contención tras los atentados del domingo en las ciudades santas de Nayaf y Kerbala que costaron la vida a 62 personas, pues «una reacción precipitada podría llevar a una guerra chií-suní, ya que los ataques tienen como objetivo atizar la sedición interna», según ha dicho uno de los clérigos más influyentes, Mohamed Said al Hakim.

La reciente oleada de ataques contra las ciudades chiíes muestran un intento de sabotear las elecciones en estas regiones, y extienden además en Irak la preocupación de que la violencia sectaria degenere en una guerra civil.

Mohamed Bahr al Ulum, también clérigo y miembro del desaparecido Consejo Provisional de Gobierno, pidió a los chiíes que sean sensatos y no se dejen llevar por la ira, pues «los autores (de los atentados) lo que buscan es incitar a la guerra civil» en el país.

Tanto Nayaf como Kerbala albergan algunos de los santuarios más venerados por los chiíes de Irak y el mundo entero -en concreto, las tumbas del yerno y el nieto de Mahoma-, y de hecho los atentados se han perpetrado en las cercanías de estos mausoleos.

Los ataques de estos últimos días coinciden con advertencias insistentes sobre el peligro de que el país se hunda en una guerra civil entre suníes y chiíes, pues todo apunta a que los autores de los atentados son grupos suníes radicales, pese a que no haya una reivindicación clara.

Suníes y chiíes están enfrentados en este momento sobre la conveniencia o no de celebrar las elecciones del 30 de enero próximo: mientras que los chiíes, con el Gran Ayatolá Ali Sistani a la cabeza, promueven una participación masiva, el Comité de Ulemas suníes (máximo órgano religioso) ha pedido la abstención.