En consecuencia, pidieron al Cuerpo Conjunto de Gestión
Electoral (JEMB), encargado de supervisar los comicios, su
«suspensión», tras comprobar que la tinta con la que se marcó a los
votantes de algunos colegios en un dedo para que no pudiesen
repetir el sufragio se eliminaba fácilmente lavándose las manos o
rascando, con o que el mismo elector podría haber votado más de una
vez.
Ahmad Shah Ahmadzai, uno de los candidatos que piden la
suspensión de los comicios, señaló que «esta situación es muy grave
y pude afectar de manera importante al resultado y la legitimidad
de quien salga elegido». Otro, Abdul Latif Pedram, responsabilizó
de la «ilegitimidad» de los comicios, en primer lugar al presidente
de EEUU, George W. Bush, en segundo lugar a Karzai, apoyado por el
gobernante norteamericano, y en tercer lugar a la Misión de
Naciones Unidas para Afganistán (UNAMA), que ha sido la que ha
llevado la mayor parte del peso de la organización de estas
primeras elecciones presidenciales afganas.
«Si Bush quiere poner un presidente en Afganistán, que venga y
lo haga, pero que no llame a esto elecciones», apostilló Pedram,
cuya intención expresa al volver a Afganistán hace unos meses era
echar a Karzai de la Presidencia. Sin embargo, el JEMB, compuesto
por Naciones Unidas y un comité afgano, se negó a aceptar la
petición de suspender las votaciones, en un escrito en el que
admitía que, «dada la complejidad de este proceso electoral, son
inevitables algunos problemas técnicos».
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