TW
0

EP/AFP-NUEVA DELHI
Criticada sin cesar por los nacionalistas hindúes por sus orígenes italianos, Sonia Gandhi, renunció ayer al puesto de primera ministra, a pesar de haber logrado lo que parecía casi imposible: llevar al Partido del Congreso a la victoria en las legislativas de la India.

Miles de partidarios de Sonia Gandhi se habían concentrado horas antes frente a su residencia en Nueva Delhi al grito de «queremos a Sonia» y «morimos por ella», amenazando algunos de los congregados con suicidarse si ésta renunciaba a convertirse en primera ministra.

Sonia Gandhi, de 57 años, viuda del ex primer ministro asesinado Rajiv Gandhi y heredera de la dinastía Nehru-Gandhi, anunció que renunciaba a ser primera ministra tras una violenta campaña contra su origen italiano y las persistentes dudas sobre la estabilidad del gobierno que podría formar.

«El puesto de primera ministra no era mi objetivo (...). Seguiré mi voz interior, que hoy me dice que debo declinar humildemente ese cargo», declaró Gandhi ante los diputados de su Partido del Congreso en el Parlamento, y que fue inmediatamente interrumpida por gritos de decepción y de ira.

Pero incluso sus más cercanos colegas dudaban, en privado, sobre la capacidad de «Sonia la italiana» para derrotar a los nacionalistas del primer ministro saliente, Atal Behari Vajpayee (79 años), en las elecciones legislativas que comenzaron el 20 de abril y terminaron el pasado 10 de mayo.

El Partido del Congreso parecía estar condenado a ocupar la oposición tras el fracaso en las elecciones regionales de diciembre en tres importantes Estados de la Unión India. Desde el año 1996 no abandonaba la oposición.