Fotografía de archivo del presidente Bush junto a Paul O'Neill.

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RAFAEL CAÑAS-WASHINGTON
El secretario del Tesoro, Paul O'Neill, y el asesor económico de la Casa Blanca, Lawrence Lindsey, presentaron ayer su dimisión a petición del propio Bush, en una muestra evidente de que la economía es el auténtico «talón de Aquiles» del Gobierno republicano. O'Neill, un ejecutivo empresarial de prestigio cuyo estilo directo y franco le había granjeado muchas críticas dentro de la Administración, se convierte así en el primer miembro del Gobierno de Bush que deja el Ejecutivo.

La salida de ambos se daba por hecha desde hacía semanas en Washington, más aún desde que las elecciones legislativas del 5 de noviembre dieron a Bush una mayoría en las dos cámaras del Congreso que permitirá al nuevo equipo actuar con mayor libertad. El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, trató de convencer a los periodistas de que Bush no culpaba a O'Neill y Lindsey de la marcha de la economía, diciendo que «han servido bien» al país, pero evitó detallar las circunstancias en que se pidieron las dimisiones.

Fleischer leyó una declaración de Bush en la que señalaba que su dimitido equipo había «diseñado un programa económico para ayudar a sacar del país de la recesión y de vuelta al crecimiento». O'Neill envió a Bush una escueta carta de sólo dos párrafos en la que dice que «ha sido un privilegio servir a la nación en estos tiempos difíciles» y desea «todo el éxito al presidente». El secretario dejará el cargo «en las próximas semanas», dijo una portavoz del Tesoro, Michelle Davis.

Fleischer no quiso entrar en quiénes podrían ser los sustitutos, pero la prensa estadounidense especula entre varios economistas de talante conservador. «El presidente va a buscar gente que tenga experiencia en la economía» y que «sean líderes con experiencia y sentido común a la hora de tratar con los mercados y el sector privado», indicó. Sean cuales sean, su labor no será fácil, ya que la economía del país no acaba de salir del bache en el que entró con la breve recesión económica de 2001. A pesar de que los tipos de interés están en su nivel más bajo en más de 40 años, el crecimiento económico es irregular.