Miembros del cuerpo de seguridad israelí inspeccionan el lugar del atentado.

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EFE-RAMALA Al menos siete israelíes murieron y otros 40 resultaron heridos en el último atentado suicida que se registró ayer tarde en un cruce de carreteras en el norte de Jerusalén y del que se responsabilizó las «Brigadas de Al-Aksa», brazo armado de Al-Fatah.

El suicida hizo detonar su artefacto en una parada donde soldados y civiles hacen autostop para viajar de Jerusalén al asentamiento de Pisgat Zeev, dos kilómetros al norte, y a otros asentamientos judíos en Cisjordania.

Levy, jefe de Policía de Jerusalén dijo que «el terrorista pasó delante de un grupo de agentes de la Policía de Fronteras y uno de los ellos lo identificó y persiguió, pero no pudo alcanzarlo». El ataque, el segundo de este tipo en menos de 48 horas, se produjo en un cruce en el barrio de la Colina Francesa que ya ha sido escenario de al menos otros tres atentados desde que comenzó la «Intifada de Al-Aksa». Uno de los heridos está en estado crítico, ocho graves y el resto sufre heridas de leves a moderadas, según fuentes hospitalarias.

La Policía buscaba esta noche un vehículo que trasladó al suicida al lugar de los hechos. Las fuerzas israelíes de seguridad estaban en estado de máxima alerta en Jerusalén desde hace varios días, y contaban con información sobre un inminente atentado, después de que ayer murieran 19 israelíes en otro ataque suicida obra del HAMAS.

Israel arrestó y expulsó ayer de su territorio a al menos 2.000 palestinos ilegales dentro de una operación de gran envergadura para evitar las filtraciones de posibles terroristas suicidas.

Asimismo, un oficial del Ejército israelí murió, otros siete soldados resultaron heridos en el transcurso de intensos enfrentamientos armados con palestinos armados en Kalkilia, dijeron fuentes locales y militares.