Bush y Putin firmaron el tratado de desarme nuclear ayer en el Kremlin.

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RAFAEL CAÑAS-MOSCÚ Los presidentes George W. Bush y Vladímir Putin proclamaron ayer el inicio de «una nueva era» en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia y el fin de la Guerra Fría con la firma del tratado de reducción de armas nucleares, a pesar de que persisten fuertes diferencias de fondo. «Hemos puesto final a un largo capítulo de confrontación y abierto una relación totalmente nueva entre los dos países», anunció Bush, quien destacó el giro dado por Putin hacia Occidente tras los atentados del 11 de septiembre y su cooperación en la guerra contra el terrorismo.

Putin resaltó la firma del acuerdo para el consejo OTAN-Rusia, en una cumbre que se celebrará el lunes en Roma, y que «ha llegado gracias al reforzamiento de las relaciones EE UU-Rusia». El tratado firmado ayer establece la reducción de aproximadamente dos tercios de los arsenales nucleares ofensivos de ambas potencias, hasta un abanico de entre 1.700-2.200, la cifra más baja en varias décadas, para el 31 de diciembre de 2012.

Sin embargo, cada país tiene libertad para determinar la composición de sus fuerzas atómicas (bombarderos o misiles basados en tierra o en submarinos), y no existe obligación de destruir las cabezas nucleares que sean desmanteladas. Además, el tratado, que ha sido criticado en EE UU por expertos en desarme y seguridad, abre la puerta a que uno de los países lo abandone con un preaviso de tres meses. Bush y su Gobierno ya se han retirado de un tratado de armamentos con Moscú, el ABM que regula las defensas antimisiles.

Putin, que hubiera preferido un compromiso para desmantelar las ojivas atómicas, tuvo que reconocer que «es mejor tener un arma desmantelada que montada, cargada y con el dedo en el gatillo». De esta forma, EE UU -que tiene mucha más capacidad económica que Rusia- puede al cabo de diez años aumentar el arsenal nuclear, mientras que Moscú puede que tenga que reducir el suyo a una cifra mucho menor del límite acordado.

«Quién sabe lo que pasará dentro de diez años. Quién sabe lo que harán otros presidentes», señaló Bush acerca del objetivo de Estados Unidos de conseguir la máxima flexibilidad posible y dejar abierta la puerta a la posibilidad de un rearme. A pesar de estas cuestiones, el hecho es que Rusia y Estados Unidos acordaron una fuerte reducción nuclear. «Hemos hecho un progreso tremendo en poco tiempo», recalcó Bush. Los dos presidentes firmaron el tratado en la Sala de San Andrés, antigua sede del trono imperial ruso y uno de los salones con más magnificencia del Kremlin.