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Los pasajeros y tripulantes del avión ruso Tu-154, secuestrado en Turquía y llevado a Arabia Saudí, llegaron ayer a Moscú, ya sanos y salvos, y terminaron su odisea con registros e interrogatorios de la policía y los servicios secretos. Y como ya vaticinaron prensa y políticos, el origen chechén de los tres secuestradores y la reticencia saudí a entregarlos a Moscú desató las iras del Kremlin, que anunció inminentes medidas en el Cáucaso para «acabar con las acciones de bandidos y terroristas».

También ayer se supo que la azafata rusa, Yulia Fomina, de 27 años, que murió durante el asalto llevado a cabo por las fuerzas especiales del Ejército saudí para liberar el avión ruso secuestrado por independentistas chechenos, falleció debido a un disparo de las fuerzas saudíes y no fue degollada como aseguraron las autoridades rusas en Moscú, según señaló ayer una de las pasajeras.