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EUROPA PRESS - MANILA La presidenta filipina, Gloria Arroyo, tomó ayer posesión de su cargo haciendo un llamamiento a la unidad en el país para no entorpecer sus esfuerzos de recuperación económica. Pero las diferencias entre las partes podrían agravarse aún más, ya que la Fiscalía decidió abrir una causa contra el ex mandatario Joseph Estrada por desvío de fondos públicos, perjurio y corrupción. Estrada, por su parte, advirtió que Arroyo sólo es «presidenta en funciones», sugiriendo que aún no ha renunciado al cargo que ocupaba hasta el pasado sábado.

Gloria Arroyo, de 53 años, se trasladó ayer a las oficinas del palacio presidencial Malacanang, el complejo urbanístico donde vivió durante los años en que su padre ocupó el cargo de presidente, a comienzos de la década de los 60.