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La iniciativa diplomática del presidente ruso, Vladímir Putin, exigirá grandes sacrificios a israelíes y palestinos, pero es bienvenida por dos pueblos duramente castigados por la violencia. La primera luz en este oscuro túnel, que ha causado la muerte a más de 250 palestinos y 34 israelíes, sorprendió ayer en círculos gubernamentales de este país, tras las predicciones de los altos mandos israelíes de que los enfrentamientos continuarían durante un largo período de tiempo.

Ayer, precisamente murieron en enfrentamientos cinco palestinos y un judío. El Gobierno israelí informó ayer de que su ministro de Exteriores, Shlomo Ben Ami, viajará a Moscú el próximo domingo para estudiar el plan ruso de pacificación, del que hasta el momento no ha trascendido ningún detalle sustancial.

Ben Ami conversó ayer con su colega ruso, Igor Ivanov, para conocer las bases de esta nueva iniciativa, que ha conseguido dejar al margen la mediación de Washington, como querían los palestinos. Se trata de un plan para profundizar en los acuerdos de Sharm el Sheij, dijo en Moscú el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Alexander Avdéyev, en alusión a la fracasada cumbre del mes pasado en Egipto.

El encargado de romper el hielo entre israelíes y palestinos fue en este caso el presidente ruso, quien ayer se entrevistó en Moscú con el líder palestino, Yaser Arafat. Durante la reunión, Putin telefoneó al jefe del Gobierno israelí, Ehud Barak, para conocer su postura sobre una posible iniciativa diplomática rusa y, en mitad de la conversación, le preguntó si estaba interesado en dialogar con el líder palestino.

En la conversación, que duró apenas unos minutos, Barak y Arafat acordaron que sus organismos de seguridad, que hasta esta tarde seguían enfrentados, reanudarán en los próximos días la cooperación para poner fin a la violencia. Como primera medida, altos mandos militares israelíes y palestinos se reunirán en el terreno para encarrilar el proceso de pacificación en Cisjordania y Gaza.