Duisenberg y Alan Greenspan, durante una reunión ayer en Montreal.

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OTR/PRESS - EFE Analistas y mercados pronostican que la única solución al desplome del euro está en una nueva intervención concertada en los mercados de divisas liderada por el BCE. El problema es que unos y otros están convencidos de que esta operación no se llevará a cabo antes de la celebración de elecciones presidenciales en Estados Unidos, el 7 de noviembre. Mientras persiste la incertidumbre, el euro anotó mínimos históricos en los mercados monetarios y su cambio oficial está en 0'8252 dólares. El BCE intenta por todos los medios lanzar un mensaje de confianza, aunque todos sus argumentos caen en los mercados de divisas.

Ayer fue Domingo Solans, miembro del consejo directivo de la entidad el encargado de trasmitirlo en una rueda de prensa en Madrid. Tras reconocer que la debilidad de la moneda única perjudica a todos los países de la Zona Euro, aseguró que la política monetaria del instituto emisor garantiza su poder adquisitivo.

«Las perspectivas económicas de la Zona Euro son muy favorables a pesar del encarecimiento del crudo», que se negocia en dólares. Esta opinión la basa en que confía en la progresiva desaceleración del ritmo de crecimiento de Estados Unidos, que presenta «un preocupante déficit exterior» del 5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) a causa de la fortaleza de su divisa. «Tarde o temprano todos estos factores se trasladarán al valor externo de la moneda», auguró.

Domingo Solans no quiso pronunciarse sobre una posible intervención del BCE en defensa de la cotización del euro, ni sobre las declaraciones que realizó su presidente, Wim Duisenberg, la semana pasada descartando la operación, sino que se limitó a repetir los argumentos de todos los responsables comunitarios: «El cambio del euro no refleja los fundamentos macroeconómicos» de las economías que representa.