La afluencia masiva a las urnas y el complicado sistema de votación provocó largas colas.

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FRANCE PRESS/EFE - TEHERÀN Dirigentes del Frente de Participación Islámica de Irán dijeron a periodistas que llevaron a cabo un sondeo a la salida de las urnas en unos 100 centros de votación de Teherán y hallaron un fuerte respaldo en medio de una asistencia masiva. Versiones similares llegaron a las instalaciones del Frente desde las principales provincias, dijeron los dirigentes. «Pronosticamos antes de las elecciones que ganaríamos la mayoría y de acuerdo con nuestras evidencias, parece que estábamos en lo cierto», dijo, antes de votar, Mohamed Reza Jatamí, hermano del presidente y quien encabezó la lista de candidatos del Frente. No se produjo una reacción inmediata de la principal coalición conservadora, que pronosticó antes de las elecciones que retendría su control del Parlamento.

La votación cerró después de una extensión de dos horas, pero las autoridades dijeron que a los electores que seguían en las filas se les permitiría depositar su voto. La tasa de participación en las elecciones legislativas supera el 75 por ciento, lo que supone un récord absoluto desde la creación de la República Islámica en 1979, según las estimaciones difundidas por Interior.

Las autoridades dijeron que los resultados de los distritos más pequeños serían anunciados el sábado. En cambio, los resultados finales de Teherán, que tiene 3.200 estaciones de votación, podrían demorar 10 días. Una sólida mayoría reformista en el Parlamento daría fuerzas a los esfuerzos del presidente de crear una sociedad civil en el seno del sistema islámico, lo que ha sido obstaculizado por los conservadores. El manifiesto del Frente de Participación promete ampliar la libertad de prensa, reformar a la ultraconservadora judicatura y reducir la influencia de la teocracia de los ayatolás en futuras elecciones. Asimismo, prometió una mayor transparencia en el Gobierno y algunos miembros incluso dijeron abiertamente que llegó el momento de renovar las relaciones con Estados Unidos, el archienemigo de Irán.

Muchos conservadores respaldan un cambio gradual, por temor a que reformas radicales pudieran diluir los valores islámicos y revolucionarios, y se oponen públicamente a las relaciones con Estados Unidos, aunque en privado son más flexibles.