Los pasajeros se entregaron a las autoridades británicas sin que se registrara ningún incidente.

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El Ministerio de Interior confirmó ayer que sesenta de las 165 personas que viajaban en el avión secuestrado han pedido asilo político para ellas y para catorce de sus familiares, que no se sabe si son niños que viajaban en el avión o son familiares que continúan en Afganistán.

Por el momento no se han dado detalles sobre el móvil, aunque cada vez parece más claro que secuestradores -21 ocupantes del avión han sido detenidos como sospechosos de participar en el secuestro- y rehenes pretendían huir del régimen talibán afgano y quedarse en el Reino Unido.

Pero el ministro de Interior británico, Jack Straw, echó de inmediato un jarro de agua fría a estas pretensiones al declarar que, «sujeto a todos los requisitos legales, desearía ver salir del país a todos los ocupantes del avión tan pronto como sea razonablemente posible».

Straw, que estudiará personalmente las demandas de asilo, condenó de manera «inequívoca» en la Cámara de los Comunes el secuestro y subrayó que sus decisiones dejarán claro que nadie puede beneficiarse de secuestrar un avión.

Bajo las normas internacionales, el Reino Unido está obligado a estudiar toda demanda de asilo que se le presente. Además ya existe un precedente: hace cuatro años, seis iraquíes secuestraron un avión sudanés y, aunque los captores fueron encarcelados inicialmente, al final ganaron un recurso por el que obtuvieron la libertad y el asilo político.

Los captores afganos obligaron al «Boeing 727» de las líneas aéreas «Ariana» a desviarse de su ruta inicial entre Kabul y la ciudad norteña de Mazar-i Sharif para iniciar un curioso periplo por Tashkent (Uzbekistán), Aktyubinsk (Kazajistán) y Moscú, viaje que acabó en Londres. En Moscú, reveló Straw, los secuestradores pidieron «consejos» a la torre de control sobre las ciudades occidentales a las que podrían dirigirse.