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ANTONIO MARTÍNEZ - LA HABANA El presidente de Cuba, Fidel Castro, dijo ayer a sus colegas iberoamericanos que escucha sus consejos de abandonar el socialismo educadamente, pero «con la sonrisa de la Gioconda y la bíblica paciencia de Job». Castro inauguró la IX Cumbre Iberoamericana con un discurso de sólo quince minutos, en el que afirmó también que se le concedió a Cuba la sede de esa reunión sólo porque se pensaba que para este momento su régimen ya no existiría.

Con voz cascada, el más veterano de los gobernantes de la región, con 73 años de edad y 40 en el poder, recordó que en la primera cita iberoamericana, celebrada en 1991 en Guadalajara (México), él era «una especie de ave rara, un intruso al que se le perdonaba la vida al admitirlo en aquella sala».

Se le veía como «la oveja negra que representaba a un pueblo rebelde y tenaz que treinta años antes se apartó del rebaño para seguir su propio camino y estaba condenado al matadero en cuestión de semanas o, a más tardar, meses».

Según el presidente cubano, en 1991 «Rusia entraba en la fabulosa etapa de la democracia más pura que en el mundo ha existido y, con ella, a un crecimiento veloz y sin límites, gracias a las recetas del Fondo Monetario Internacional y a las sabidurías económicas de Occidente», ironizó Castro al seguir recordando 1991. «Fue por aquellos días que gente tonta y sabia, de los que adivinan el porvenir, muy coordinadamente se dieron a la imposible tarea de persuadir a Cuba de que debía abandonar los caminos de la revolución y el socialismo como única alternativa de salvación posible», dijo Castro.

«Llovieron consejos de todas partes "prosiguió"; pero nosotros pensábamos de otra forma y estábamos decididos a luchar. Como si tuviésemos como preceptor al mismísimo Aristóteles, escuchábamos educadamente sus consejos con la sonrisa de la Gioconda y la bíblica paciencia de Job. La historia nos ha dado a todos una lección».