El edificio de ocho plantas quedó totalmente destruido y sólo quedaron escombros junto a los más de setenta cadáveres.

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SERGIO IMBERT - MOSCÚ La ola terrorista que azota a Rusia causa pánico entre la población, mientras las autoridades adoptan medidas de seguridad sin precedentes y continúa el recuento de las víctimas de la última explosión, registrada ayer. El nuevo atentado es el segundo en cinco días en Moscú y el cuarto en dos semanas en el país, que han causado más de 220 víctimas.

Al menos 70 personas murieron y decenas resultaron heridas en el segundo atentado contra un edificio de viviendas de la capital, que agudizó la psicosis terrorista entre los moscovitas e hizo que las autoridades barajasen la implantación del estado de excepción. El inmueble de ocho plantas, situado en la avenida Kashískaya (un barrio dormitorio al sur de Moscú), se vino abajo a las 05.02 hora local (las 02.02 hora española), al estallar una bomba de gran potencia que dejó atrapados a sus habitantes cuando se encontraban durmiendo.

Según el Ministerio de Situaciones de Emergencia, en el edificio vivían 142 personas, de las que unas 30 se encontraban fuera en el momento de la explosión, lo que hace temer que el número de muertes sea aún mayor.

El nuevo atentado coincidió con la jornada de luto nacional declarada en memoria de los más de 160 muertos que se había cobrado el terrorismo en Rusia en los últimos quince días. Las autoridades indicaron que fue un atentado parecido al que el pasado miércoles causó 93 muertos en otro inmueble residencial en la calle Guriánov (sureste de Moscú).

Estos actos terroristas siguieron al atentado del 31 de agosto en un centro comercial moscovita situado al lado del Kremlin, que costó la vida a una mujer y causó decenas de heridos, y al del pasado día 4 contra unas viviendas militares en la república caucásica de Daguestán, donde murieron unas 70 personas. «Evidentemente es una acción terrorista», afirmó el portavoz del Servicio Federal de Seguridad (SFS), Alexandr Zdanóvich.