Una madre albano-kosovar lleva a sus dos hijos vestidos de militares en el campo de refugiados de Kukes.

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La OTAN prosiguió ayer sus bombardeos contra Yugoslavia, en espera de un compromiso del presidente Slobodan Milosevic para aceptar las condiciones que permitan poner fin al conflicto en Kosovo. En Bruselas, la OTAN indicó esperar «detalles» después del anuncio del viernes efectuado por Belgrado de la aceptación de los principios del G-8 (los siete países más industrializados y Rusia) para un arreglo en Kosovo, y anunció que los bombardeos se intensificarían.

El portavoz de la OTAN, Jamie Shea, reclamó una declaración pública de Milosevic aceptando las condiciones de la Alianza, pero estimó que el presidente yugoslavo había «comenzado a moverse».

Esta semana estará señalada por nuevas iniciativas diplomáticas, con el probable retorno a Belgrado del enviado ruso Viktor Chernomirdin, quien estaría acompañado por el emisario europeo y presidente finlandés, Martti Ahtisaari. «Los cuatro o cinco próximos días serán decisivos para la paz», declaró por su lado en Roma el jefe del gobierno italiano, Massimo d'Alema.

Francia y Alemania solicitaron el sábado la celebración de una reunión del G-8 «en breve plazo», para permitir «evaluar el alcance real de esta declaración y actuar en consecuencia». El presidente Milosevic, después de ocho horas de reuniones con el emisario ruso Chernomirdin, declaró el viernes, por primera vez, suscribir a «los principios generales» para un arreglo del conflicto enunciados por el G-8, sin poner condiciones previas.

Ayer las reacciones europeas continuaban reflejando prudencia en espera de gestos concretos por parte de Belgrado.