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La OTAN sospecha que las fuerzas serbias están destruyendo pruebas de las masacres cometidas en Kosovo, exhumando cuerpos y volviéndolos a enterrar en lugares atacados por los aviones aliados. La Alianza, que ayer recibió nuevos datos sobre los crímenes de guerra supuestamente cometidos por los serbios en Kosovo, dispone de informaciones sobre una práctica de exhumaciones que fue observada ya durante la guerra de Bosnia (1992-95), cuando ésta «se acercaba a su final».

El portavoz civil de la OTAN, Jamie Shea, anunció ayer, lo que presentó como «indicaciones de que las autoridades de Belgrado comienzan a tomarse en serio al Tribunal Penal Internacional» que juzga en La Haya los crímenes de guerra cometidos en la antigua Yugoslavia.

Según Shea, es una «ilusión» creer que se puede enterrar el crimen, enterrando los cuerpos. Al Tribunal Penal de La Haya «no le va a faltar trabajo», aseguró.

Esta mañana, el secretario general de la OTAN, Javier Solana, recibió al embajador David Sheffer, responsable en el Departamento de Estado de EE UU de las investigaciones internacionales sobre crímenes de guerra, de quien recibió nuevos datos sobre las violaciones de los derechos humanos en la provincia serbia. Sheffer confirmó que Washington dispone de «serios indicios» sobre la existencia de fosas comunes en una larga lista en al menos 75 poblaciones kosovares han sido escenario de asesinatos masivos, y un «mínimo» de 5.000 personas han sido ejecutadas desde que comenzó el conflicto. A este número hay que añadir la desaparición de 225.000 hombres de etnia albanesa en edad de combatir «de los que no se sabe absolutamente nada».