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La OTAN mostró ayer con orgullo que tiene «el dedo puesto sobre el interruptor» de la luz en Yugoslavia y que puede paralizar el país cuantas veces lo desee, para forzar al presidente Slobodan Milosevic a aceptar las condiciones de paz.

En una nueva forma de presión, que añade sus efectos a los del embargo petrolero, la Alianza consiguió golpear en la madrugada de ayer con éxito el sistema de distribución de electricidad de Serbia, hasta el punto de dejar a oscuras, durante la mayor parte de la noche, a más de la mitad del país. «El hecho de que el 70% del país se quedara a oscuras demuestra que la OTAN tiene su dedo puesto en el interruptor de la luz en Yugoslavia», afirmó el portavoz civil aliado, Jamie Shea.

«Cortaremos la luz cuando lo necesitemos y cuando queramos», advirtió al comienzo de su cotidiana rueda de prensa para dejar claro que no se trata de una acción aislada, sino de una nueva fórmula sistemática de presión. Cuando se cumplen 41 días desde el inicio de la campaña de bombardeos aéreos contra Yugoslavia, la OTAN prosigue su escalada contra todo tipo de blancos con utilidad militar.

Los aviones aliados usaron «bombas ligeras» o «bombas blandas» de grafito, ensayadas durante la guerra contra Irak, que no destruyen las instalaciones, pero provocan serios cortocircuitos que neutralizan los transformadores durante horas y paralizan el fluido eléctrico vital para el sistema nervioso del Ejército. Los Aliados han encontrado otra forma de «tener ocupadas» a las autoridades yugoslavas.