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RAFAEL CAÑAS - WASHINGTON La OTAN tuvo por fin su hora de gloria, aunque más breve y menos vistosa de lo previsto, para celebrar los éxitos de su pasado y sus proyectos de futuro, en una ceremonia en la que dejó claro que no admitirá conflictos como el de Kosovo en la nueva Europa. Los 19 países de la Alianza se volvieron a reunir en el edificio que la vio nacer, hace 50 años, para celebrar su victoria pacífica frente al Pacto de Varsovia y su propia reinvención para continuar siendo, en el siglo XXI, una organización clave en la seguridad internacional.

Kosovo no pudo dejar de estar presente en el acto del Auditorio Mellon, en el que los 19 países aliados recordaron que ese conflicto atenta contra sus valores fundamentales y la estabilidad europea, objetivo primario de la existencia de la OTAN. «La Alianza Atlántica demuestra que no se contenta con proclamar valores comunes, sino que está dispuesta a defenderlos cuando están amenazados», afirmó el secretario general de la Alianza, Javier Solana, acerca de Kosovo.

«Estamos en Kosovo fundamentalmente porque la Alianza no tendría razón de ser en el futuro si permitiese una masacre a sus puertas», dijo por su parte el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Para el primer ministro británico, Tony Blair, derrotar a las fuerzas del totalitarismo y la intolerancia «es el mejor aniversario» que la Alianza podría tener.

Pero la ceremonia no dejó de recordar que la Alianza nació en 1949 como respuesta a una Unión Soviética dirigida por Stalin que extendía un imperio por Europa Central y del Este, en lo que ya era el comienzo de la Guerra Fría.