El ministro de Exteriores alemán Joschka Fischer se reunió con el presidente Milosevic en Belgrado.

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BOJAN KAVCIC - BELGRADO Richard Holbrooke, artífice del acuerdo de paz para Bosnia, es conocido por las intervenciones «de última hora» ante el presidente yugoslavo, en las que ha logrado, en varias ocasiones, que Milosevic cambiara de postura. La última de ellas tuvo lugar en octubre pasado cuando, a pocas horas de que se cumplieran las amenazas de ataques aéreos de la OTAN, Milosevic accedió a retirar parte de sus efectivos de Kosovo, al despliegue de 2.000 «verificadores» de la Organización sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en esa región serbia de mayoría albanesa y al control aéreo aliado de la zona.

Milosevic reiteró ayer su rechazo a un despliegue de tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Kosovo, al considerar que las partes interesadas, con la supervisión de la OSCE, deben garantizar ellas mismas el cumplimiento del eventual plan de paz que se alcance.

«El acuerdo político excluye que éste sea impuesto en contra de la voluntad (de alguna de las partes), así como cualquier tipo de tropas para realizarlo», resalta Milosevic en un comunicado difundido tras su encuentro con el ministro alemán.

Según dijo ayer Fischer, el Grupo de Contacto (Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido) y la Unión Europea (UE) abogan por que serbios y albaneses firmen el acuerdo de paz concertado el mes pasado durante la conferencia de Rambouillet y que su aplicación sea supervisada por unos 28.000 soldados aliados, cuestión esta última en la que sobre todo insiste Washington.