Más de 3.000 personas están llamadas a las urnas el próximo 28 de mayo en Porreres.

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El PI de Xisca Mora ha continuado siendo el partido mayoritario durante estos últimos cuatro años pero esta vez, al contrario que lo que ocurrió en 2015, ha tenido que contar con el apoyo del PSOE y su regidor, Miquel Angel Veny. El PI perdió la mayoría aunque fue, de lejos, el partido más votado. Ahora, después de cuatro años y con la misma candidata al frente todo apunta que será difícil quitarle la hegemonía que ha conseguido en estos años, aunque posiblemente, también necesitará algún apoyo externo para poder gobernar en mayoría como en 2019. Además, su posición en las listas del partido en el Parlament y su gran implicación a nivel autonómico puede darle o puede arrebatarle algunos votos a nivel local, según a quién se pregunte.

El segundo partido más votado, Més per Porreres, ha cambiado su número uno para estos comicios pese a los buenos resultados de Maria Rosa Juan en las anteriores elecciones. La nueva cara es el joven Sebastià Lliteras que ha sido regidor durante esta legislatura y está haciendo una muy buena campaña, por lo que su nombre suena con fuerza en las quinielas vecinales como competidor directo de Mora y con opciones reales de hacerle sombra.

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Por su parte, el PP, por séptima legislatura consecutiva cambia su número uno y con Maria Agnès Sampol trabaja para ser segunda fuerza, arrebatarle el puesto que ahora ocupa Més y recuperar el cuarto regidor que perdió hace ya ocho años. La nueva número uno también ha sido regidora durante esta legislatura.

Veny, por su parte, repite como candidato del PSOE después de cuatro años como regidor junto al PI. Hace cuatro años decidió entrar en el gobierno de Mora para permitirle un gobierno en mayoría.
Su gestión durante este tiempo puede hacerle ganar algunos votos y si el PI no consigue la mayoría puede volver a ser necesario para gobernar. Aunque también cabe la posibilidad de que si Més coge fuerza, pueda ser también la llave que desbanque a la incombustible Mora una década después. Aunque todo apunta a que la escena política porrerenca quede igual cuatro años más, serán las urnas las que tengan la última palabra.