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La forma en que Joe Biden gestione la guerra entre Israel y Hamas definirá el papel global de Estados Unidos. Mientras las tropas israelíes en masa esperaban la orden de invadir Gaza, se enviaron dos enormes portaviones de la armada, estadounidense para apoyar a Israel. Su tarea fue disuadir a Hezbolá y a su patrocinador, Irán, de abrir un segundo frente a través de la frontera libanesa. Ningún otro país podría hacer esto.

Los portaviones son una declaración de 200.000 toneladas del poder estadounidense en un momento en que gran parte del mundo cree que el poder americano está en declive. Los próximos meses pondrán a prueba esta visión. Es difícil exagerar lo que está en juego. El 20 de octubre, el presidente Joe Biden llamó a esto «un punto de inflexión».

Advirtió sobre la necesidad de rechazar el terrorismo de Hamas, así como la agresión de Rusia contra Ucrania. La amenaza de China de invadir Taiwán acechaba silenciosamente en el fondo. Sin embargo, las cosas son incluso más peligrosas de lo que sugiere Biden. En el exterior, Estados Unidos se enfrenta a un mundo complejo y hostil. Por primera vez desde que la unión soviética se estancó en los años 70, tiene una oposición seria y organizada, encabezada por China.

En casa, la política, está plagada de disfunciones y de un partido republicano cada vez más aislacionista. Este momento, definirá no solo a Israel y Oriente medio sino también a Estados Unidos y al mundo. La amenaza extrajera tiene tres partes. Una es el caos extendido por Irán por todo el Oriente Medio y por Rusia en Ucrania. La agresión y la inestabilidad consumen recursos políticos y militares estadounidenses. El conflicto se extenderá, a Europa si Rusia se sale con la suya en Ucrania. El derramamiento de sangre en el conflicto de Gaza podría radicalizar a la gente en el oriente medio, volviéndola en contra de sus gobiernos. Observemos como evolucionan estos frentes en los próximos meses.