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En el artículo anterior se trataron ciertas consecuencias del cambio tecnológico sobre la sociedad, especialmente su gran importancia para la mejora económica y su influencia concreta sobre la jornada laboral. Comentamos también que en estos últimos setenta años se ha producido una transformación intensa de nuestra estructura productiva y que ahora somos una economía abierta al exterior, más competitiva y con una mayor cualificación de los trabajadores. Esta nueva reducción de la jornada laboral a 37,5 horas ¿Qué dificultades podría plantear para las empresas? Una primera dificultad es que supone un aumento del coste equivalente a una subida salarial, con la exigencia, además, en algunas, de una costosa reorganización de las operaciones productivas y un menor grado de capacidad utilizada. Esto se produce especialmente en una parte del sector servicios. ¿Peligrará la competitividad del turismo en Balears por este motivo? No para muchas empresas. En esta industria los gastos en desarrollo comercial y en organización han tenido el efecto equivalente a la investigación tecnológica del sector industrial. Tenemos precios muy superiores a otros destinos por marca y calidad y a pesar de eso la demanda turística a Balears no deja de crecer. Estas medidas de reducción de jornada ayudarían a una mayor conciliación y mejoraría la motivación de los trabajadores. La segunda dificultad es financiera para la empresa, si se realiza durante un periodo de crisis y el desempleo crece. Sin embargo, en periodos de expansión como el actual, las empresas se encuentran en mejores condiciones financieras y sería más fácil introducir una medida de este tipo sin daños graves. Todo esto se refiere a la jornada pactada por ley con efectos generales, pero otra cosa es la jornada real media que en España es ya de 37,8 horas semanales. En muchos sectores incluido el público y en muchas empresas privadas, las jornadas pactadas en convenio son incluso inferiores. Por lo tanto, parece necesaria una estrategia que incluya el diálogo social entre sindicatos y patronal, dada la inmensa disparidad existente entre los sectores económicos, que podría tener un impacto negativo a corto plazo en la actividad de algunas pymes y autónomos.

Los cambios tecnológicos han ido haciendo independiente la parte de los servicios que antes estaban dentro de las empresas industriales, como los servicios legales, de investigación, técnicos y de marketing. El sector servicios, tanto público (más de dos millones setecientos mil trabajadores en España, de los que casi la mitad están en educación y sanidad) como privado (que están básicamente en las ramas de turismo, comercio, restauración y transporte) se ha expandido con mucha fuerza hasta suponer más del 70% de los empleos en todos los países europeos, mientras que en el sector agrícola el empleo se ha reducido a una fracción muy pequeña y el sector industrial, que continúa siendo el área característica de las innovaciones, se mantiene con un empleo estancado. La creciente abundancia del trabajo de cuello blanco frente al trabajo manual ha ido igualando los ingresos entre ambos grupos por lo que las barreras de clase que antes dependían del tipo de trabajo se han ido reduciendo. Otra característica moderna del mercado de trabajo ha sido la incorporación masiva de la mujer que supone ya el 47% del conjunto de los trabajadores en España, por lo que mayoritariamente entran dos sueldos en el hogar evitando así la rebelión de los trabajadores ante la reducción de los sueldos y salarios reales con la inflación y la precariedad laboral. Ahora la diferencia más pronunciada está motivada porque los rendimientos del capital llevan años creciendo más que la producción, mientras que los sueldos y salarios están estancados o creciendo en una proporción mucho menor, creando una desigualdad cada vez mayor, al crecer la renta de los propietarios y capitalistas mientras se empobrecen relativamente los demás. Esta situación puede empeorar con la inteligencia artificial y los grandes ingresos de los dueños de los robots y la tecnología.

Los cambios tecnológicos y económicos que hemos experimentado recientemente son tan profundos y rápidos que en el sector industrial se ha acelerado la automatización y la robótica lo que ha llevado al declive del empleo en las grandes empresas. Estamos en una nueva economía, un nuevo mundo, una nueva mentalidad y con grandes monopolios a nivel global. Con la inteligencia artificial y sus algoritmos la tecnología reina en la producción de bienes y servicios, el factor trabajo es cada vez más irrelevante, los rendimientos del capital son cada vez mayores y los salarios reales menores llevándonos a una economía propensa al desempleo y a la explotación. De eso trataremos en el próximo artículo.