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Una vez cerrado 2023 y alcanzado el objetivo de recuperar los niveles de actividad prepandemia, Balears inicia 2024 abriendo una nueva etapa de crecimiento en la que, necesariamente, deberá renovar los factores que han impulsado la región hasta la fecha. Y ello con un doble objetivo: Primero, sentar las bases de una senda de crecimiento más equilibrada y resiliente ante futuros shocks y, segundo, traducir el crecimiento en bienestar, algo que lleva demasiados años sin ocurrir.

Se trata de objetivos ineludibles para acelerar el cumplimiento de la Agenda 2030, afrontar con éxito las transiciones rápidas y disruptivas en las que estamos inmersos (demográfico-social, energético-ambiental, y tecnológico-digital) y, sobre todo, satisfacer las aspiraciones de bienestar y prosperidad de la sociedad balear. Para alcanzar estos dos objetivos resulta fundamental armar una estrategia de ‘despegue’ que permita al archipiélago dejar de competir en factores tradicionales para competir en eficiencia e innovación en el marco de una gobernanza multinivel.

Tanto en su diseño como en su aplicación, una estrategia de este tipo es de una elevada complejidad. Por un lado, por la multiplicidad de agentes implicados (empresas, administraciones públicas, agentes intermedios...) y la dificultad de satisfacer sus intereses, a menudo enfrentados; y por otro, por la dificultad de definir un posicionamiento único para todo el territorio. Este es el desafío que 2024 trae consigo para Balears: ‘despegar’, mientras la mayor parte de economías que nos rodean están construyendo la pista para un ‘aterrizaje suave’ y controlar, así, la inflación sin perjudicar en exceso la actividad. Una preocupación a la que tampoco escapa Balears, pues las tensiones inflacionistas se mantienen plenamente vigentes dos años después de su inicio, al igual que el riesgo de que las subidas de tipos se acaben transmitiendo a la economía real y, consecuentemente, frenando la demanda. Así lo recogen, de hecho, las nuevas previsiones de crecimiento publicadas por el Fondo Monetario Internacional que confirman la moderación del ritmo de avance de la economía mundial para 2024 (1,9%). Una tendencia que se explica, sin duda, por el debilitamiento de la actividad en las economías avanzadas (1,4%), especialmente de la zona del euro (1,2%) que, previsiblemente, anotará un comportamiento menos dinámico que la economía española y balear (1,7%).

Pero aun atravesando una fase del ciclo económico más lenta de lo deseado, es preciso recordar que los mercados no evolucionan linealmente y que los ajustes generan oportunidades, siempre que el ciclo económico sea expansivo, como continuará siendo en 2024. Por esto, 2024 puede y debe ser aprovechado para reforzar el modelo de competitividad de Balears, adoptando una estrategia, relativamente autónoma del ciclo político, que vaya más allá de la reestructuración para sentar las bases de una recuperación socioeconómica —en un contexto en el que está aumentando la desigualdad en ciertos colectivos, como el de las personas jóvenes— y que incluya también la sostenibilidad ambiental.

Lo contrario no solo sería avanzar a destiempo sino probablemente hipotecar las posibilidades de avance en un momento en que tanto el recorrido andado, como la maduración de la Administración, del asociacionismo empresarial y de clústeres y el desarrollo de los espacios de colaboración público-privada están preparados para ‘despegar’ de la mano de una estrategia sistémica y participativa, que refuerce el papel de los emprendedores y la sociedad civil, entre otros. ¡Bienvenido 2024!