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Las bolsas nunca suben de forma vertical e incluso en los mejores años bursátiles se han producido varias caídas significativas en diferentes momentos. Este 2023 está siendo un buen año para casi todas las bolsas europeas y ya vimos un recorte de consideración en marzo donde algunos índices llegaron a caer hasta el 12%. A pesar de ello, la mayoría consiguieron cerrar el trimestre en máximos.
Estos recortes pueden ser sanos, ya que permiten la entrada de nuevo capital que estaba a la expectativa, ya sea porque se había perdido las subidas, porque había vendido en máximos o para acumular valores a precios más baratos.

Normalmente cuando estos movimientos son rápidos (a veces con cierta profundidad) se suelen unir varios aspectos: que no haya habido ningún cambio relevante, que se conozca algo que pueda hacer ruido, que no coincida con malas presentaciones de resultados, que el pequeño inversor no tenga miedo y que los índices estén en resistencias.

Hoy por hoy se unen todos estos factores: no ha pasado absolutamente nada que haga presagiar un cambio financiero pero sí ha habido algo de ruido por parte de, una vez más, los Bancos Centrales. Por ejemplo, cuando el mercado no se lo esperaba, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal americana (el equivalente a nuestro Banco Central Europeo) anunció que subirían los tipos de interés dos veces más este año (a pesar que los datos macro parecen contrarios a este movimiento).
Por parte de las empresas, tampoco se han visto novedades y estamos en un impasse entre los buenísimos resultados publicados por las cotizadas en el primer trimestre y las que vendrán del segundo (todavía faltan algunas semanas) por lo tanto, nada ha cambiado en este aspecto.
Respecto al sentimiento del pequeño inversor, se mostró la semana pasada en esta misma sección la relación entre el miedo que se ha provocado en ellos y la evolución de las bolsas, y también se explicó que actualmente ese miedo ha desaparecido.

Por último este «descanso» (de momento no se puede llamar ni siquiera recorte) de las bolsas europeas coincide con resistencias importantes: En el caso del Ibex se ha acercado mucho a los 9.800, sin tocarlos: el rango 9.800-10.000 (por lo psicológico del número) le puede costar bastante superarlo y, en el caso de no hacerlo, ese recorte le podría llevar sin dramatismos ni excesivos nervios a 8.850 o incluso 8.500.

El nivel con el que se ha chocado el EuroStoxx es el de 4.400-4.600 (máximos pre crisis financiera de 2007), niveles que ya intentó a finales de 2021 (en ese momento, el no superarlos sí fue provocado por un cambio de tendencia). Los niveles a vigilar, en caso de recortes, serían los 4.100 en primera instancia y los 3.880 en un momento posterior.

Por último, significar que sí consiguieron romper sus anteriores máximos históricos hace unas semanas el DAX alemán el FTSE británico o el CAC francés. En todo caso, ninguno logró consolidar por encima de esos niveles perdiéndolos con gran celeridad. En cualquier caso, no están lejos de poder intentarlo de nuevo, aunque si no lo pudieron hacer, los soportes a tener en cuenta serían los 13.500; 6.700 y 6.000, respectivamente.