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El año 2022 se ha presentado con una inflación desbocada, un 7,6% interanual de incremento de precios en febrero. Un fenómeno que pensábamos desterrado de las economías occidentales. La parálisis obligada de la COVID-19, con la posterior reactivación a marchas forzadas del sistema productivo, unida a una dependencia productiva y energética de países como China o Rusia, provocaron un aumento inusitado de precios, que primero se nos anunció como puntuales y ahora sabemos de su vocación de continuidad.

El desgraciado ataque ruso a Ucrania se ha encargado de agravar la escalada de precios en Europa, alentando la posibilidad de que rebase el 10% interanual en algún mes de este año.

Si bien la Reserva Federal americana ya ha subido los tipos de interés un 0,25%, para hacer frente a la inflación, no está claro que el Banco Central Europeo (BCE) actúe con tanta contundencia.

Simplificando, los bancos centrales encarecen sus préstamos a los bancos comerciales cuando quieren reducir el crédito privado. Una forma de combatir la inflación si la inversión empresarial y el consumo caen por la carestía de crédito, provocando una eventual bajada de precios.

Sin embargo, cuando la inflación se debe a la oferta y no a la demanda, por aumento de los costes de producción, luchar contra ella aumentando tipos puede ser una mala decisión. Encarecer el crédito a las empresas que ven incrementar sus costes a diario y no pueden trasladarlos simétricamente a los precios no parece una buena solución, salvo que se quiera ayudar a los cierres masivos.

Pese a ello, es probable que este año el BCE suba tipos, entre otras razones, para mitigar la subida de EE.UU., que produce una potencial devaluación de la moneda europea y perjudica la compra de materias primas, pagadas en dólares americanos.

La banca privada ha tomado nota de la situación y de febrero a marzo ha virado, ligeramente aún, su estrategia: aumenta los tipos de interés fijos de sus préstamos hipotecarios y mejora el diferencial de sus hipotecas a tipo variable. Así, por ejemplo, COINC (marca online de Bankinter) ha incrementado su financiación fija a 25 años del 1,35% nominal al 1,45% en un mes. Evo Banco, entre otros, ha reducido el diferencial de su préstamo variable en 19 puntos básicos, dejando el interés a Euribor + 0,79%.
El mercado hipotecario, a partir de la senda negativa del Euribor, mutó, de ofrecer cerca del 90% a tipo variable, al actual 67,7% de hipotecas firmadas a tipo fijo (según el INE). Con la vuelta a la senda alcista del Euribor, es previsible que la torna vuelva a compensarse.

Cuando uno entre en una sucursal, si la encuentra, o bien navegue por las páginas online de los bancos, el mensaje que recibirá es el siguiente: Contrata una hipoteca a tipo variable, que están muy baratas. Te conviene más que los tipos fijos, dirán.

En realidad, al que le interesa que asumas el riesgo de subidas de tipos de interés es al banco, no a ti. Otra cosa es que tu capacidad de negociación te permita elegir.