De vez en cuando es bueno abstraerse del momento presente y levantar la mirada que construye futuro y de paso, sube el optimismo. La pandemia nos ha bloqueado a todos y tendremos que convivir con sus efectos más tiempo del deseado, pero la progresiva vacunación de la población nos tiene que dejar claro que existe un mañana que nos espera a la vuelta de la esquina con todos los matices que queramos. Hoy quisiera aterrizar sobre la autenticidad, una de las fortalezas en las que Menorca siempre ha sobresalido y, al mismo tiempo, un valor al alza en los tiempos que corren. Lo leía el otro día en unos apuntes de una charla a la que asistí. En los últimos diez años, el paso a la economía de la experiencia ha sido incuestionable, y, en la actualidad, ésta prevalece en prácticamente cualquier sector, con nuevos y maravillosos espacios de convocatoria que compiten por captar la atención. Las personas deciden dónde y cuándo invierten su dinero y, aún más importante, su tiempo, tanto o más que lo que reflexionan sobre qué y cómo comprar. Sin embargo, en un mundo cada vez más repleto de experiencias deliberada y sensacionalmente escenificadas, que construyen un mundo cada vez más irreal, los consumidores deciden si compran o no basándose en la autenticidad que perciben de esa oferta. La respuesta a qué significa ser auténtico pasa en primer lugar por ser fiel a uno mismo y al mismo tiempo, ser quien uno dice ser ante los demás.
Autenticidad
Palma12/03/21 9:21
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