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La última actualización de i|talento, la herramienta de Impulsa Balears que permite medir los desajustes por escasez e inadecuación de cualificaciones, pone de manifiesto que el Archipiélago presenta un acentuado grado de escasez de oferta laboral en el tramo ‘medio’ de competencias. Y es que la población activa con estudios de educación secundaria de 2ª etapa (bachillerato o FP) apenas alcanza a cubrir la mitad de los puestos de trabajo de categoría equivalente (54%) demandados por las empresas.

Este desajuste convive en las Islas con un exceso de oferta en el tramo ‘alto’, pues el contingente de fuerza laboral con un nivel formativo superior sobrepasa en más de una cuarta parte los puestos de trabajo de categoría equivalente (128%). Un exceso que se acentúa en el tramo ‘bajo’, donde la fuerza laboral que ha completado como máximo el nivel formativo obligatorio triplica con creces los puestos de trabajo demandados por las empresas de esta categoría (348,6%).

Detrás de estos desajustes de escasez o exceso se esconden las dificultades tanto del sistema educativo, para paliar las elevadas tasas de abandono escolar, como del tejido empresarial, para transitar hacia estructuras de mayor valor añadido capaces de crear ocupaciones de elevada cualificación. Pero, sin duda, son sus negativas consecuencias aquello que más preocupa.

Pues, a su vez, estos desajustes alimentan desequilibrios de inadecuación que explican que, en Balears, más de la mitad de los trabajadores (54,9%) ocupen actualmente un puesto de trabajo no adecuado a su nivel formativo. Un porcentaje que ha aumentado en el último quinquenio (52,1%) y se erige en el más elevado del territorio nacional (48%) y europeo (38,6%).

Detrás de estos porcentajes se encuentran elevados niveles de infracualificación (36,6%) y sobrecualificación (8,2%) que afectan directamente a la motivación, posibilidades de ascenso y retribución de los trabajadores pero también a las empresas, dado el impacto negativo sobre la productividad, estructura de costes y capacidad de innovación, entre otros.

No cabe duda, pues, que en Balears resulta urgente pisar el acelerador del talento, más cuando a nivel global las habilidades y competencias que atesora el capital humano, tanto cognitivas (asociadas con el procesamiento, comprensión, análisis de información, la memoria y/o la resolución de problemas) como especialmente las no cognitivas (relacionadas con la creatividad, la colaboración, el pensamiento crítico y analítico), resultan clave para transitar hacia una economía más inteligente, inclusiva y sostenible.

Así lo apuntan organismos internacionales como el World Economic Forum al sugerir que en el año 2022 más de la mitad de la población ocupada a escala global requerirá de una mejora y adaptación significativa de sus habilidades. Al mismo tiempo que las empresas tendrán que amoldarse ágilmente a las nuevas formas de trabajar, sobre todo en las áreas relacionadas con la gestión de personas y el fomento de la autonomía en la toma de decisiones a todos los niveles, como consecuencia de la transformación digital.

Está claro. El aprovechamiento del talento no admite trampas, ni prejuicios. Resolver todas estas cuestiones es no solo urgente sino también goloso, pues existen multitud de réditos esperando a ser cosechados desde las oportunidades que, hoy, brinda el talento como acelerador de cualquier mejora tecnológica, organizacional, innovadora, ambiental e incluso social.