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No es la primera vez que reflexiono en voz alta en el marco de El Económico respecto al fenómeno de la desestacionalización basada en la celebración de eventos deportivos. Voy a referirme al Ironman Mallorca celebrado recientemente en el municipio de Alcúdia.

He podido conocer de forma profunda y analítica el impacto social y económico que una prueba deportiva de extraordinaria exigencia y que se celebra en un solo día puede llegar a generar. Sorprende en primer lugar que un municipio turístico como Alcúdia se venga abriendo paso en la alta competición y que consiga sumar de forma ejemplar por un lado el deporte extremo con el ambiente y la actividad propia de un lugar de relax.
La prueba consiste en un duro triatlón pues los participantes han de nadar 3,9 km en mar abierto, realizar 180 km en bicicleta y correr una maratón, todo ello de forma consecutiva lo que cuesta un promedio de entre 12 y 14 horas. ¡¡Extenuante!!

La realidad es que este pasado septiembre y con esta finalidad se ha congregado en Alcúdia a 2.200 participantes procedentes de 57 nacionalidades, aunque de forma muy destacada británicos, alemanes y españoles han sido los más numerosos.

Cada triatleta ha arrastrado un promedio de 2,49 acompañantes y la estancia media de todos ellos se sitúa en 5,5 días, tratándose además de gente joven de un cierto poder adquisitivo y en su mayoría con estudios superiores. Naturalmente ello ha supuesto un impacto económico bastante notable pues puede estimarse en alrededor de diez millones y medio de euros.

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Naturalmente durante esos casi seis días de promedio que cada atleta y acompañantes pasan en Mallorca, además de dedicarse a entrenar y participar en la prueba, les queda tiempo para otras actividades que van desde las visitas culturales al reconocimiento de la gastronomía local o simplemente tomar el sol o ir de compras.

El estudio que se ha realizado para conocer todos los detalles que les explico ha desvelado que el gasto medio de cada triatleta se sitúa en 1.700 euros, siendo el de los acompañantes de 1.050 euros, percibidos por los hoteleros, restauradores y gente del comercio como una oportunidad para prolongar hasta finales de septiembre una temporada que con frecuencia, en esas fechas, obliga a ir pensando en el cierre.

Hay que destacar, pues no es un tema menor, la implicación de la administración, en este caso el Ajuntament d'Alcúdia, principalmente como dinamizador de esa cita anual pues es quien a través de los correspondientes convenios con los organizadores consigue ese impulso que supone la presencia de tantos atletas y acompañantes en la parte última del verano, otorgando a la zona un efecto de desestacionalización que viene muy bien a nuestra economía.

Por último vale la pena hacer una reflexión sobre lo que esta competición significa y de qué manera se inscribe, como ya hemos citado en otras ocasiones, en una vertiente de turismo que, sin desdeñar lo que es, ha sido y ha de seguir siendo “turismo de sol y playa”, abre la opción del turismo deportivo; en algunos caso muy arraigado como las competiciones náuticas de larga tradición en nuestras islas y que suponen también un notable aporte económico o de tradición más reciente, como todo lo relacionado con el cicloturismo, con eventos tan destacados como la Marcha Ciclista Internacional M-312 con sede en la Platja de Muro. Turismo saludable que atrae fuera de la clásica temporada de verano a numerosos ciudadanos que pretenden que sus vacaciones tengan una dimensión acusadamente deportiva y saludable, y cuya fuerza demandante crece cada año otorgando a nuestro principal sector nuevas oportunidades impensables hace unos años.