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2014 fue un año muy positivo para el turismo en Balears, lo cual equivale a decir para toda la sociedad de Balears. La industria que genera el 45,5% de nuestro Producto Interior Bruto, y que emplea al 31% de nuestros trabajadores, se benefició durante el año pasado de factores exógenos como la mejora del poder adquisitivo de nuestros principales mercados, incluido el español, y de la persistencia de problemas en los destinos competidores del norte de África.

En nuestro favor, debo decir también que a dichos resultados contribuyeron factores internos, “gestionables” tanto por el sector público como privado de nuestra Comunidad, es decir, la propia política turística y su repercusión en la apuesta inversora y renovadora emprendida de manera firme por el sector privado, entre otros y de manera muy notoria en zonas como Palma, Magaluf, Eivissa o Menorca, por nuestro Grupo.

En Balears, desde el Govern y la Conselleria de Turisme se tomaron las medidas necesarias en el momento oportuno, al aprobar una nueva Ley General Turística destinada a apoyar un turismo de calidad, no con declaraciones utópicas y soluciones inalcanzables, sino con medidas concretas destinadas a favorecer la inversión, la renovación, y el binomio clave para que una economía funcione: la seguridad jurídica y la confianza.

Gracias a esta política, y al espíritu e inteligencia empresarial innato a nuestra tierra, hemos conseguido generar en Balears un auténtico “círculo virtuoso” y avanzar a través de la colaboración público-privada, en mejorar nuestra oferta, nuestra imagen y nuestra comercialización, impulsando inversiones de renovación de cientos de millones de euros en el invierno 2014-15.

Siempre he dicho que para que un destino funcione hay que hacer “el pastel apetitoso”, ofreciendo seguridad jurídica, incentivos a la inversión en reconversión, agilizar la burocracia y flexibilizar las fórmulas de colaboración. Es decir, que nuestra prosperidad depende de que Balears siga siendo un destino competitivo por su calidad y su diferenciación respecto a los demás, seguir invirtiendo en mejorar la oferta y alargar las temporadas, y evitar nuevas trabas o “barreras” que, como la llamada “ecotasa” de hace unos años, fueron más eficaces para reducir nuestra tasa de ocupación que para mejorar nuestro medioambiente, traduciéndose en menos ingresos, menos meses de trabajo y menos generación de empleo.

Por ello, es deseable evitar aventuras, despolitizar el debate turístico, y lograr un consenso social pleno sobre la competitividad del sector turístico balear, porque lo que es bueno para nuestras empresas se extiende a todo el tejido social y nos permite emplear a más personas y durante más meses al año, logrando además, acercarnos hacia un modelo productivo más equilibrado y sostenible.