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El Servei d’Ocupació de les Illes Balears (SOIB) tiene la ardua tarea de dar una solución a los 62.123 parados que había registrados en julio en Balears y a todos los que van a engrosar esta cifra cuando acaben su trabajo de temporada. Además de inscribir a los trabajadores en las listas del paro, las principales funciones del SOIB son la orientación, la formación y la intermediación para que estas personas puedan conseguir un empleo. Y debe encargarse de ello con la mitad de presupuesto del que contaba hace cuatro años.
Se trata de personas en circunstancias muy diferentes. Los que presentan una mayor dificultad a la hora de incorporarse al mercado laboral son los colectivos en riesgo de exclusión social y las personas sin formación, que muchas veces coinciden. Técnicamente se les conoce como perfiles de baja ocupabilidad. Para ellos, el SOIB es su oportunidad de mejorar sus expectativas, su formación y su experiencia, lo único que les permitirá encontrar un empleo.
¿Y ahora, qué?, se preguntan los desempleados que buscan su primer trabajo o que acaban de perderlo. Lo primero que tienen que hacer es pedir cita previa, tanto por teléfono como por internet. Este sistema es motivo de orgullo para la directora del SOIB, Francesca Ramis, porque se evitan “colas inhumanas a las cinco de la mañana”. “Todas las personas se tienen que inscribir en el SOIB. Luego, los desempleados que tienen derecha a recibir alguna prestación, subsidio o renta de inserción pueden pedir al Sepe (Servicio Público de Empleo Estatal) que les reconozca la prestación. El Sepe se encarga de las políticas pasivas y el SOIB es quien realiza las políticas activas”, explica Ramis.
“Cuando entra al SOIB, una persona puede pedir orientación, inserción, etc. Tiene una atención de diez minutos para que haga la demanda de empleo y es básico que los datos sean lo más completos posibles: te piden los datos personales, titulaciones, idiomas, carnet de conducir, certificados profesionales... y te colocan en dos perfiles de ocupación: el primero es en lo último que has trabajado, y en un segundo perfil”, detalla. Los funcionarios clasifican a los demandantes de empleo según su ocupabilidad, media, alta o baja. A los de ocupabilidad alta y media se los deriva a los itinerarios de formación, talleres de ocupación o intermediación, y a los de ocupabilidad baja se les deriva a programas de colectivos vulnerables.

INTERMEDIACIÓN. El servicio de intermediación que ofrece el SOIB es como cualquier portal de empleo, con una lista de demanda de empleo (las empresas) y de ofertas (los trabajadores). Lo que lo diferencia es el seguimiento que hacen a cada vacante. “El empresario nos indica qué perfil quiere, y los técnicos entrevistan a los candidatos y seleccionan a cinco, que presentan a la empresa. Si no han gustado, repetimos el proceso”, cuenta Ramis. El servicio es lento y tarda una semana en encontrar al trabajador adecuado, pero sirve a las empresas que necesitan perfiles muy específicos: “Un cocinero con idiomas, chino e inglés y que sepa show cooking es difícil de encontrar, y recurren a nosotros. Después del proceso de selección, el técnico pasa una encuesta de satisfacción al empresario y el 99% son favorables”, añade.
A nivel estatal los servicios públicos de empleo median solo en el 3% de todos los contratos firmados, aunque la directora afirma que en Balears la cifra es ligeramente superior. Ramis pone de manifiesto que el “boca a boca” sigue siendo la mejor manera de encontrar empleo. “Lo importante es que el servicio de intermediación es gratuito y aseguramos que todos los candidatos tienen las mismas oportunidades”, matiza.

FORMACIÓN. La gran apuesta del SOIB para crear empleo es la cualificación profesional. De hecho, el 42,7% de parados que realizan alguna formación consigue un empleo. Para ello, se ha centrado en los certificados de profesionalidad y en la remodelación de la Formación Profesional (FP).
Lo más destacado es el fomento de los certificados de profesionalidad. “Son muy importantes para las personas que se recualifican, que pasan de sectores con ocupabilidad baja a otros con más oportunidades”. El SOIB ofrece hasta 92 certificados de 18 familias profesionales, y los más numerosos son los de hostelería y turismo. Los cursos van desde desde cocina y repostería hasta auxiliar de estética, arte floral, transporte sanitario o sumiller.
La oferta de certificados profesionales se centra en cubrir las necesidades del mercado: además de una oferta generalista, los sectores productivos, las patronales y los sindicatos informan al SOIB de las ocupaciones que no se pueden cubrir con personal de las Islas. A partir de estas necesidades y de las que se inscriben en el catálogo de ocupaciones de difícil cobertura, el SOIB pone en marcha programas de formación de nueva creación.
Sin embargo, lo más novedoso en cuanto a formación es la unificación de titulaciones. Aplicando una ley que existía desde 2002, se ha creado un sistema integral de formación profesional, cualificaciones y acreditaciones que, en la práctica, hace equivalentes titulaciones que antes eran diferentes. De este modo, la cualificación profesional se puede conseguir tanto por títulos de FP como por certificados de profesionalidad. Hay certificados de nivel 1, 2 y 3, que equivalen a Formación Profesional Básica (los antiguos PQPI), de Grado Medio y de Grado Superior.
Mientras que los títulos de FP son de unas 2.000 horas, los certificados de profesionalidad son cursos de unas 800 horas de formación que ofrecen competencias específicas en un campo laboral. Tanto la FP como los certificados tienen las mismas asignaturas, pero se agrupan de diferente manera. Con la nueva normativa, cuando se obtiene una serie de certificados de profesionalidad se puede pedir el título de FP. “Esto es un avance porque ahora se puede conseguir una FP por una vía diferente, y los que no han acabado todos los módulos del título pueden acreditar un certificado de profesionalidad, que es más que una FP sin terminar”, explica Ramis.
Por otra parte, hay certificados de profesionalidad que también sirven para obtener los carnets profesionales, necesarios para acceder a determinados puestos de trabajo como por ejemplo monitor de tiempo libre, socorrista de playa, conservador de ascensores o instalador de baja tensión.
Los talleres de ocupación son otra herramienta para potenciar la formación. Se trata de programas que combinan teoría y práctica laboral, prioritarios para los parados mayores de 45 años y los de larga duración. Son cursos de seis meses, periodo en que los estudiantes cobran el salario mínimo interprofesional, y permiten obtener certificados de profesionalidad. La oferta de cursos abarca desde la jardinería hasta la artesanía, informador turístico o cuidador de enfermos.
La Conselleria d’Educació también ha puesto en marcha la Formación Profesional Dual, que combina estudios con trabajo en una empresa mediante un contrato de formación. Además ofrece talleres para potenciar la emprendeduría (Icape), para buscar trabajo en países europeos (Eures) o de búsqueda activa de empleo, aparte de cursos de idiomas en colaboración con la Escuela Oficial de Idiomas. El fin último de todas estas medidas es que cada persona que se encuentra desempleada, el 19% de la población en el segundo trimestre, encuentre un trabajo.