Viñedos de Sa Cudia en la zona de es Grau, con Monte Toro al fondo.

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Quizás habrán tenido que pasar diez años para que a la producción del “terroir menorquín”, como dirían los franceses, les llegue el reconocimiento del mercado pero lo cierto es que el vino de Menorca está viviendo uno sus mejores momentos. Lo constatan las cifras de comercialización de 2013 en los que el “Vi de la Terra Illa de Menorca” aumentó un 52 por ciento sus ventas respecto al año anterior. Cifra récord de 933 hectolitros para una isla que todavía no tiene la Denominación de Origen de la que presumen muchos competidores vitivinícolas, pero sí la recomendación de la prestigiosa Guía Peñín de los mejores vinos de España, que ha situado los vinos menorquines en el rango calidad-precio por encima de los 80 y 90 puntos.

CALIDAD. La apuesta de las siete empresas comercializadoras que existen actualmente en Menorca por vinos de calidad en un país como el nuestro, que el año pasado obtuvo el récord de producción de todo el mundo, supuso la mejor estrategia para lograr hacerse un hueco y al mismo tiempo salvar la doble insularidad, tal y como explica Avel·lí Casasnovas, presidente de la asociación Vi de la Terra Illa de Menorca. “Un vino de calidad que nos ha situado a un nivel similar a otras regiones que privilegian una denominación de origen”, señala Casasnovas.

“Seguramente la suma de un clima favorable, un territorio excepcional y un factor humano que está por la labor, son el conjunto de circunstancias para obtener unos vinos bendecidos por el consumidor. Tres elementos que los franceses, grandes expertos, resumen como el ‘terroir’”, añade. “Menorca no dispone de una D.O. porque todavía nos falta background para ello, pero sí que tiene una Indicación Geográfica Protegida, que significa que solo el vino que se produce en la isla bajo unas condiciones establecidas puede llevar la etiqueta “Vi de la Terra Illa de Menorca” apunta. “Actualmente las variedades autorizadas son cabernet sauvignon, merlot, monestrell, sirah y ull de llebre en negros; chardonnay, macabeu, malvasia, moscatell d’Alexandria, parellada y moll en blancos. Ahora, como un paso más, queremos introducir garnacha para negra y viognier para blanca”, concluye Casasnovas.

BALEARS. De los 933 hectolitros (124.400 botellas) que se comercializaron el año pasado, 830 se quedaron en Balears, 62 fueron a la Península y 41 se exportaron. En este sentido, el consumo del vino de Menorca se distribuye sobre todo en Menorca, donde la temporada turística agota las existencias de algunos de los productores. “El turista que llega está interesado en probar los productos autóctonos y, como muchos son repetidores, ha sido una constante evolución. A modo de ejemplo, hablando de un vino de autor como el que elaboramos en nuestra finca de Sa Marjaleta, producimos cinco mil botellas que salen en Semana Santa al mercado y las agotamos a final de agosto”, detalla Avel·lí Casasnovas. “Otras bodegas de la asociación con más capacidad productiva se han abierto no solo a la Península sino también a la exportación porque el consumo interno les era insuficiente”, explica el presidente de la entidad. Asimismo, junto con el Consell Insular han desarrollado durante 2013 diversas iniciativas para impulsar la comercialización, el conocimiento y la notoriedad del vino, como las “Nits de Vi de Menorca”, las catas con críticos gastronómicos en Madrid y Barcelona, o los cursos de enología que se quieren llevar a cabo en el segundo cuatrimestre de este año, entre otras.

EXPORTACIÓN. Desde Bodegas Binifadet, Lluís Anglès explica que la exportación está aumentando con la progresiva apertura de nuevos mercados. “En junio presentaremos nuestro vino en México, Nueva York y Las Vegas pero también vamos a recibir visitas en la finca de Sant Lluís de importadores de China, que nos conocen pero están interesados en ver la bodega”, añade. “El año pasado acabamos toda la producción disponible de blanco y rosado y creo que este año nos va pasar lo mismo, lo que nos obligará a controlar bien los cupos”, concluye. Para Anglès, las bodegas de Menorca han hecho también un esfuerzo por escuchar lo que les pedían los restaurantes, los clientes, y por eso están también recogiendo los frutos de esta adaptación.