Clara Fiol también es poeta y gestora cultural. | SOFIA MARTELL

TW
0

Hace apenas una semana Marala, el trío formado por la mallorquina Clara Fiol, la catalana Selma Bruna y la valenciana Sandra Monfort, anunciaba su separación a través de un vídeo comunicado en redes sociales. Una triste noticia que cogió por sorpresa a sus numerosos seguidores porque, si bien estaban terminando la gira de su segundo disco, Jota de morir (Propaganda pel Fet!, 2022), parecía que todavía había mucho recorrido de Marala por delante. Así ha sido cómo, de repente, los conciertos programados para este mes –el 18 y 19 en El Molino de Barcelona, el 25 en Es Gremi y el 31 en el Auditori de Torrent (València)- de fin de gira se han convertido en la despedida de Marala.

¿Qué ha pasado? Por el vídeo que publicaron no se lo han tomado como un drama...
—Es que no es ningún drama. Se acercaba el final de la gira y, sinceramente, nunca habíamos proyectado algo tan grande. Era un momento en el que empezábamos a encarar lo que sería el tercer disco, así que pudimos parar para reflexionar. Cada una tiene sus propios proyectos, por lo que contábamos con poco tiempo de calidad. Así fue cómo me di cuenta de que, tal vez, teníamos que pensar las cosas desde otra perspectiva. Realmente, si hubiéramos seguido adelante con Marala, probablemente no hubiéramos estado a la altura, porque Marala demanda muchísimo tiempo y esfuerzo.

Parece abrumador...
—Sí, lo es. Sentí mucha angustia. Es una suerte tener tanto trabajo que no das abasto, sobre todo en el mundo de la música. Pero también tienes que mirar por ti, tenemos que mirar por nosotras. Habíamos llegado a un punto en el que, en vez de disfrutar, estábamos preocupadas. Nuestra decisión surgió desde aquí. Teníamos ganas de cuidar de Marala, porque no podemos estar más agradecidas por todo el cariño que hemos recibido a lo largo de estos años, pero en cierta manera pareciera que nos hubiéramos olvidado de nosotras mismas...

Es un buen razonamiento.
—Es una forma diferente a la que no estamos acostumbrados. Normalmente las cosas se dejan cuando son un desastre, pero nosotras no hemos querido llegar hasta ahí. Más allá de los conciertos, Marala lleva mucho trabajo de gestión, por ejemplo. Nos dimos cuenta de que no teníamos tiempo porque, como decía, cada una tiene sus proyectos personales. Recuerdo cuando me dije a mí misma que, tal vez, lo que ocurría es que quería dejarlo. Era cuando teníamos una conversación pendiente sobre el futuro de Marala. Llegué a la reunión muy nerviosa por si me estaba cargando el proyecto, pero resultó que las demás pensaban como yo. Fue una de las conversaciones más bonitas que hemos tenido nunca.

Habla como si se tratara de una relación amorosa.
—Sí, suena un poco así, como cuando lo dejas con una pareja porque ya no hay nada que arreglar (risas). La suerte que tenemos es que nos hemos hecho muy amigas, sabemos escucharnos y entendernos. Realmente queríamos cuidar mucho nuestro proyecto como es debido. Estos años juntas con Marala han sido de un gran aprendizaje.

Y se despiden del mejor modo posible: con conciertos en cada casa y un remix de Copeo.
—¡Sí! Es una despedida musical. No queríamos que fuera un final trágico ni nada parecido, sino que fuera bonito. Estamos muy orgullosas de terminar así y transmitir este final de forma festiva, por amor al proyecto. Estamos muy ilusionadas y, en mi caso personal, me apetece tener una vida más tranquila.

Clara Fiol, Selma Bruna y Sandra Monfort dan por terminada su etapa como Marala.
Foto: JOAN MATEU PARRA

La historia de Marala ha sido intensa, tanto, que parece que han publicado más discos que A trenc d’alba y Jota de morir. También se volvieron más rebeldes respecto al primer disco. ¿Cómo lo ve?
—Totalmente. Marala forma parte de nuestra vida y, como tal, ha cambiado y mutado igual que lo hemos hecho nosotras. La Clara Fiol de 2019, cuando salió A trenc d’alba, no tenía que ver con la Clara de Jota de morir. Marala siempre ha estado muy conectada con nuestras vidas.

¿Y ahora qué?
—Terminaré un máster en gestión cultural que empecé hace dos años y tuve que dejar porque nos íbamos de gira y no lo podía compaginar. También recuperaré otras cosas que tenía pausadas. Siempre he estado vinculada con pequeños proyectos de gestión cultural, como el Festival Jazz de Mar de Portocolom. En sus primeras ediciones formaba parte de la organización; o también de Joves de Mallorca per la Llengua. Con Marala también he aprendido muchas cosas en este sentido.

¿No dejará la música?
—Eso nunca, pero no quiero que sea mi principal fuente de ingresos. Es muy inestable y necesito llevar una vida más ordenada. Hace tiempo que tomé esa decisión, porque me di cuenta de que todo lo que hacía era Marala. También me apetece volver a escribir más. Por ejemplo, hice las letras de Crui, de la OMAC (Orquestra de Músiques d’Arrel de Catalunya) y también he trabajado en proyectos audiovisuales y de danza.

De hecho, tiene en marcha una serie con Joan Tomàs Martínez Grimalt.
—Sí, la serie está escrita pero todavía estamos buscando financiación. Por otra parte, la UIB me ha encargado un proyecto musical y de danza basado en textos de Blai Bonet, junto al actor Miquel Aguiló, el músico Joan Vallbona y las bailarinas Maya Triay y Mariona Jaume. Se estrenará el 11 de julio.