—¿Cómo empezó su relación con el mundo de tenis?
—Yo era socio del Club de Tenis Barcino, en Barcelona, pero jugaba a baloncesto porque en aquella época el tenis era un deporte de pijos insoportable. Pero a los 14 años, como era responsable, me dijeron que entrenara a los pequeños y además me pagaban un dinero que para mí era increíble y con el que invitaba a mis hermanos y amigos. Pero empecé de mala gana porque veía que el tenis era muy elitista. Luego cambia el tenis y también mi mentalidad y empiezo a ser feliz en este mundo cuando empiezo a ver el tenis como un medio de formación para los chicos.
—¿Su falta de currículum como tenista la convirtió en una ventaja a la hora de entrenar?
—Al no tener ese bagaje como tenista lo he tenido que suplir formándome, estudiando mucho y ha llegado a ser una obsesión. He estudiado mucho más de la mayoría de la gente que se ha dedicado a esto. Creo que es mejor ser un Leonardo (da Vinci), salvando todas las distancias que haya, pero sí saber de varias cosas que centrarse sólo en una, por ejemplo el aspecto técnico del tenis, porque todas están conectadas. Yo tengo que poder hablar al mismo nivel con un preparador físico que con un psicólogo acerca de la psicología conductual.
—¿Cómo se preparaba?
—Hace 30 ó 40 años era mucho más complicado. Lo primero que recibí fueron los cinco tomos de la Escuela Alemana de tenis, que era la primera publicación donde se explicaban los goles de una forma secuencial. Luego, cada vez que alguien me hablaba de algo, lo buscaba, le daba la vuelta, lo probaba...El error forma parte de la vida en general y en el tenis es constante.
—¿Cuándo llega Mallorca?
—Acababa de terminar el servicio militar y trabajaba en el Barcino. Un amigo me dijo si quería venir a Mallorca. Al principio pensé si era para irnos de juerga (risas). Él me aclaró que era para trabajar en el Club Natación Palma, lo que ahora es Son Hugo. Llegué a Palma y ellos esperaban a Javier Moreno y me presenté yo. Mallorca siempre se ha portado conmigo de una forma excelente desde el primer momento. Después este club tuvo problemas económicos y fui con los niños buscando otro club, estuvimos en Es Fortí hasta que el padre de Carlos Moyà me dice si quiero ir al Gran Playa. Y ahí me ofrecen compaginar este trabajo con la escuela de tenis del Govern cuyo director era Alberto Tous. Cuando Carlos triunfa me ofrecen ir a la Federación Española y estoy tres años en el CAR de Sant Cugat. Después regreso a Mallorca en la escuela del Príncipes de España.
—¿Cuándo conoce a Carlos Moyà?
—Estando en el Natación Palma vino un día su padre y me dijo. ‘Jofre, tengo un hijo de 5 años que me está destrozando las paredes’. Yo le dije que tan pequeños no los cogía, pero al ver cómo le pegaba vi que podía jugar con niños mayores que él.
—¿Con 5 años ya se ve que iba a ser un gran jugador?
—Qué va, con 5 años no se ve nada, bueno, en el caso de Rafa se veía que iba a ser un crack, pero no tanto a lo que fue, y a Carlos se le veía que tenía facilidad, pero no un número 1 del mundo. Se notaba que tenía los elementos para intentar la aventura. Carlos siempre dice que si hubiera nacido 10 años después no hubiera sido número 1 del mundo y si David Ferrer hubiera nacido 5 años antes lo habría sido. No basta hacer las cosas muy bien, sino que también es muy importante la generación que te toca.
—¿Se ha sentido más cómodo enseñando a niños que en la alta competición?
—Yo he tenido la suerte de viajar tanto con Carlos como con Rafa y son dos tipos excelentes. Eso ayuda muchísimo porque he visto a otros entrenadores sufrir muchísimo por el estrés que les crean sus jugadores. Con ellos nunca he tenido el más mínimo problema y sus dos proyectos eran muy estables. Es un mundo muy chulo pero llega un momento en el que se te preguntas: ‘¿Qué estoy aportando?’. Me acuerdo que en la Copa Davis de Sevilla de 2004 estaba en el box de los entrenadores invitado y un colega sevillano de toda la vida me dijo que estaba muy contento de que ‘uno de los nuestros’ está ahí en referencia que me consideraba un entrenador de formación. Y es que a veces me consideraba casi un ‘fake’ cuando estaba en la alta competición.
—¿Cuándo conoce a Rafa Nadal?
—Yo venía de hacer un clínic con la Federación Española y Toni (Nadal) me dice que tiene un sobrino que juega muy bien. Lo vi y era espectacular. Le pegaba derecha y revés a dos manos, era muy pequeño. Luego, entró en el centro de tecnificación, que abrió el abanico de edad porque había otros jugadores muy buenos como Tomeu Salvà y porque se estaba comprobando que mandarnos al CAR de Barcelona no estaba dando buen resultado. Cuando llega él, Toni prefiere no estar tanto con él porque ya pasaba mucho tiempo con él y prefería entrenar ese tiempo con las niñas del centro. Rafa tenía como 10 u 11 años y estuve con él hasta 2004. Mi último partido fue cuando le gana a Federer ese año en Miami en el primer partido que jugaban juntos. Me acuerdo que con 14 años estaba jugando un torneo en el norte de España. Estaba jugando fatal y me dijo. ‘Voy a jugar a globos’. Poco a poco fue ganando confianza, el rival se fue desquiciando y acabó ganando. Ahí se veía que había algo especial y que diferenciaba a los muy buenos jugadores de los ‘cracks’, que son los que pueden ganar sin jugar bien. Esa capacidad de leer un partido, de ser un superviviente y entender los momentos del partidos no lo tiene todo el mundo y Rafa lo tenía desde pequeño.
—¿Le parece que Federer pecó un tanto de ‘soberbia’ en el sentido de no evolucionar su juego como sí hizo Nadal?
—A ver. Federer de joven tenía muchos problemas de conducta hasta que cambió y pudo meter los sentimientos en una caja antes de saltar a la pista y los recogía al salir. Eso daba una imagen de un tanto de altivez. Y su juego se basaba en el talento coordinativo. Jugadores con talento hay muchos pero menos coordinativos y esa clase de jugadores lo basan todo en ello mientras que otros tenistas como Rafa daban mucha importancia a lo mental o a la táctica. Y luego de trato, Federer es muy cordial, nada altivo. Lo son mucho más algunos que no son ni ‘top 10’ ni incluso ‘top 1.000’ (risas).
—Me decía que a Moyà no le veía como de pequeño como un ‘top’.
— No, yo pensaba que podía llegar a ser ‘top 50’. Carlos tenía un derechón, un buen saque, pero una gran carencia con el revés. Pero en la pista Carlos era un tío muy listo y, sobre todo ,muy valiente. Me acuerdo que en un partido con 15 años estaba jugando con uno bastante bueno. Vino un amigo y me dijo. ‘¿Cómo van?’. ‘Match ball’ le dije yo. Sacó el otro y Carlos hizo un resto directo. Mi amigo se levantó para aplaudir pensando que había acabado el partido y le dije: ‘Era match ball del otro’. La contrapartida a veces era que alguno pensaba que era un ‘pecho frío’, y por eso es tan importante el equilibrio. Para llegar a un nivel ‘top’ la valentía es esencial.
—Los entrenamientos de Rafa y Carlos eran muy diferentes ¿no?
—De jóvenes entrenaban mucho más y luego cada uno encontraba su ritmo. A veces se pensaba que Carlos entrenaba en pista menos y era verdad, pero se machacaba mucho en el tema físico porque él lo consideraba fundamental para luego estar bien en la pista, y Rafa trabajaba más en cuanto a intensidad que a volumen de trabajo. No podemos hablar de un Carlos o de un Rafa. Van cambiando dependiendo de las circunstancias y los dos se han adaptado muy bien al momento.
—¿Es justo pensar que Moyà podría haber logrado más éxitos?
—Carlos no tenía las ’encendidas’ de Rafa y parecía que no se esforzaba tanto, pero no era así. Él tuvo una lesión importante de espalda, pero sobre todo, y eso no lo sabe mucha gente, una artrosis en el dedo gordo del pie desde los 21 años y desde entonces siempre ha jugado con dolor. A ver, menos Rafa, Djokovic y Ferrer todos los jugadores pueden pensar que podrían haber hecho más. Carlos ha sido siempre, además de una gran persona, muy humilde. Me llegó a confesar que había más de 20 jugadores mejores que él de su época que no habían logrado ser el número 1 del mundo. En su época no se miraba tanto los Grand Slams ganados sino la clasificación y Carlos estuvo muchos años entre los 10 primeros y eso es algo muy difícil. Y eso le permitió enlazar dos torneos muy buenos y ser número 1 del mundo dos semanas.
—¿Sus mejores recuerdos?
—La victoria de Rafa a Federer en Miami en 2004, donde hizo un gran cambio con el saque, y el triunfo de Carlos en el Masters 1000 de Cincinnati en 2002. Fue el mejor Carlos de nunca. Entrenaba con Safin y le metía un 6-0.
—¿Le impresionó alguien que conociera en esos años?
—Yo soy muy poco mitómano pero he conocido gente maravillosa, no jugadores ‘top’ que me han aportado muchísimo como Paul Dorochenko o Joan Forcades con quien hemos crecido y aprendido mucho. Me acuerdo con Paul hablando en México de tenis y de lateralidades hasta la madrugada bien acompañados de tequila (risas).
—También da conferencias.
—Sí, empecé con la ITF y son sesiones muy amenas y no hablo de lo que tratan otros compañeros sino que son charlas sobre el trabajo condicional y el cognitivo o sobre las lateralidades, la conciencia y la inconsciencia o sobre planificación en el tenis, que adoptaron las federaciones española y brasileña.
—¿Le ha pedido muchos consejos Moyà como entrenador?
—No, pero sí hemos hablando mucho de tenis y su hijo viene a entrenar aquí. El otro día comentábamos precisamente que es imposible saber dónde va a llegar un jugador. Incluso con Rafa no se sabía que iba a ser tanto. Y ahora está Carlos Alcaraz que parece que cuando pierde un partido se acaba el mundo y ha hecho alguna declaración de un exceso de ambición que no ha sido positiva. Rafa era todo lo contrario. Alguno me decía que era falsa modestia. La modestia siempre es falsa porque si no es torpeza. Si dices que eres malo y es verdad, es que eres malo. Si yo soy modesto, me libero de una presión muy grande.
—¿Qué opina de los positivos de Sinner y Swiatek?
—Creo en ellos y además son dos jugadores a los que admiro mucho. Los veo sinceros, pero no tengo una razón empírica. De todas formas, también creo que no se trata a todos los jugadores por igual.
—Como espectador, ¿le gustaba ver más el tenis de antes?
—Yo lo veo siempre como técnico y cada época es brutal. Ahora ver a tíos de 2 metros cómo se mueven y la velocidad de bola es una pasada. Y a veces esa velocidad esconde la parte táctica, pero hay mucha.
3 comentarios
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No me preocupa nada. Ganan un dineral por darle a una pelota con una raqueta.
Moya fue un crack y lo sigue siendo , lo único que le puedes achacar es que no tuvo ni tanta ambición ni continuidad. En Carlos es un grande.
Eso Jorge, haciendo amigos jajaja