sidoro Valcárcel Medina, ganador del Premio Velázquez, ayer en el casal Can Balaguer. | Miquel À. Cañellas

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Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937) es una de las figuras más importantes del arte español de las últimas décadas. Apostó por el conceptualismo cuando la tendencia era la pintura y, tras una carrera de más de sesenta años, su obra está presente en los principales museos e instituciones. Atesora galardones como el Nacional de Artes Plásticas o el Premio Velázquez, entre otras importantes distinciones. Esta semana está en la Isla para participar en el Cool Days de Artà y este miércoles tarde dictó una conferencia, en Can Balaguer, en la que repasó el grueso de su trabajo artístico.

En el festival de Artà presentará una performance en la que el factor sorpresa será importante. «Estaré en la calle repartiendo pegatinas dos días seguidos. El primer día plantearé la siguiente pregunta: ¿yo también soy artista?» y la respuesta, en la pegatina del día siguiente, será: «Todos somos artistas». «Algunas personas recibirán las dos pegatinas, pero otros solo recibirán una», detalla Valcárcel a la vez que explica, en relación al papel social asignado al creador plástico, que «en mi trabajo me gusta calificarme de autor, no de artista. Es bajarse el nivel», una idea que encaja con un discurso artístico en el que se cuestiona el papel del creador pero también la pasividad del público.

Respecto a su condición de referente del arte conceptual, Valcárcel es muy claro: «Reivindico que todo arte es conceptual, pero en el arte hay una intromisión de los poderes públicos para catalogarlo todo. Lo conceptual es un invento que se sacaron de la manga; estaba ya en la edad media, en los siglos VIII y IX, por ejemplo. Tal y como lo entendemos, es una tendencia dentro del mundo del arte».

Valcárcel considera que dicha catalogación es una división administrativa. «Siempre pregunto que me digan si conocen una obra más conceptual que Las Meninas. Es una tendencia, como fue el informalismo, que no cumple con el título que le han dado. Seguramente el concepto sobresale más, pero lo importante es la obra. Y ya está. Las grandes obras de la historia del arte son conceptuales», declara el creador, que se muestra muy crítico con las condiciones del mercado y los interlocutores que intervienen en los procesos del mundo del arte. «Los vendedores manejan los límites o las tendencias con un descaro descomunal. Catalogan a los autores en apartamentos estancos, pero todos hacemos lo mismo. Es más; las condiciones creativas son patrimonio de todos, pero los condicionantes sociales o históricos los sufrimos o padecemos de diferente manera y eso es lo que hace que uno sea calificado de artista o no», afirma.

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El Premio Velázquez reivindica la función de la creación como algo universal, al margen de lo que el mercado o el mundo galerístico considere artista. «Las decisiones creativas las puede tener cualquiera. El tema es que los artistas están autorizados socialmente. Me interesa mucho dejar claro que no se trata de una pregunta filosófica o grandiosa. Al público intento sugerirle que se mire de una manera determinada, pero a la vez muy simple; que se vea como artista», aclara el autor.

Intereses

Respecto al momento actual del panorama artístico, Valcárcel considera que es un momento pésimo, ya que vivimos una situación y unos intereses económicos que están coartando las libertades creativas, algo que resulta evidente en los casos de cese de directores de museos que tenían una visión aperturista. «Hay una participación voluntaria por parte de los autores para admitir eso, para fortalecerse. Estamos en un momento negativo, y me atrevería afirmar que, con el tiempo, la cosa fue a peor. Hay cosas que me indignan; por ejemplo, el contabilizar el número de los visitantes por parte de los museos. Lo primero que tienen que hacer es no cobrar la entrada, más que contar el número de visitantes», concluye.