La artista Cristina Vinyals trabaja con cristales usados y pigmentos naturales. | Teresa Ayuga

TW
0

Hace menos de un año, concretamente el pasado verano, que Cristina Vinyals (sa Pobla, 1988) decidió aparcar un poco su carrera como arquitecta para centrarse en su faceta artística. Sin embargo, en tan solo este lapso de tiempo ya acumula más de 22.300 seguidores en su cuenta de Instagram, varias exposiciones en diferentes espacios europeos y proyectos internacionales en los próximos meses. Además, en noviembre fue finalista en la segunda edición del Premio Internacional de pintura Francisco Pedraja Muñoz y su obra forma parte de muestras colectivas en París, Budapest, Madrid, Barcelona y Badajoz. De hecho, este mismo jueves ha inaugurado en la Galería Azur de Berlín, donde también se muestran obras de creadores de países como Canadá, Alemania, Kenia, Colombia, Lituania, México, Estados Unidos, Chipre o Hungría, entre muchos otros.

«Desde pequeña me gusta pintar, así que cuando me tocó elegir una carrera pensé en cursar Bellas Artes. Sin embargo, en aquel momento era más difícil, no era tan abierto como ahora, con las redes sociales y demás. En aquella época, dedicarte al arte parecía más propio de una película que de la vida real. Era muy arriesgado, todo el mundo te decía que no tenía salida y cosas por el estilo, así que opté por Arquitectura», recuerda. Sus primeras exposiciones fueron el pasado otoño en la Nit de l’Art de Palma y en el Art i Copes de sa Pobla. A partir de ahí, cuenta, le contactaron diferentes galerías españolas y ya en enero expuso en la feria de arte contemporáneo Art3F de Versalles (París).

Naturaleza

El éxito de Vinyals, según ella, podría deberse a la originalidad de su propuesta, basada en el uso de pigmentos naturales y cristales reutilizables. «Me inspiré en una visita a un taller de vidrio soplado, donde trabajaban con botellas usadas. En cuanto a la base de pigmentos, al principio los fabricaba yo misma, pero finalmente decidió comprarlos, aunque son hechos a mano, usando mezclas de arcilla, tierras y piedras como malaquita o lapislázuli, generando así diferentes texturas», detalla.
Acto seguido, pinta en una base, «a veces de cotón orgánico o directamente sobre madera y después voy colocando los trocitos de cristales como si de un mosaico se tratara, utilizando como pegamento resinas de biomasa o con bases de soja».
«Lo interesante es que los cuadros se ven diferentes dependiendo de cómo los mires, de la luz y los reflejos que se proyectan», destaca. Sobre el proceso, la artista reconoce que «me encanta colocar cada trocito de cristal, encajándolos, es como meditar; me transmite mucha paz y creo que es lo que precisamente lo que el espectador recibe».

Sostenibilidad

Vinyals cuida todos los detalles para crear su proyecto desde la sostenibilidad. «Aprovecho los contactos que tengo como arquitecta con constructoras o empresas de carpintería y me avisan cuando tienen cristales rotos que van a tirar. Así, doy una segunda vida a un material muerto, aportando mi granito de arena», aclara. Ese material le permite abordar un tema clave: la dualidad entre fragilidad y resistencia. «Quiero plasmar esa relación ambigua que plantea el cristal y la naturaleza, esa fragilidad y a la vez resistencia. La naturaleza también es resistente y resiliente, porque tiene la capacidad de recuperarse, pero a la vez contiene ecosistemas cuyo equilibrio es fácil de romper. Mallorca me inspira y, por eso, aspiro a poder hacer lo mismo con la gente para que la cuide».

Además de esta exposición en Berlín, que podrá verse hasta el 5 de abril, Vinyals está trabajando en varias propuestas: una muestra individual en Marbella, participar en la colectiva Interconnecting lines en Nueva York en julio, formar parte de un proyecto en el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) de Barcelona el próximo mes de septiembre y, en ese mismo periodo, asistir a la London Women in Art Biennale.