Los músicos Tolo Prats y Magí Garcías posan en la calle Sant Miquel, fuente de inspiración del disco ‘Porta pintada’. | Toni Rotger

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Echando mano de la famosa novela de Dickens Historia de dos ciudades, podríamos decir que Mallorca y Palma viven ‘el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos’. La prosperidad, entendida como plazas hoteleras crecientes y números cada vez más largos de turistas, va indisociablemente acompañada de la saturación, los cambios y la muerte de un estilo de vida. La calle Sant Miquel de Palma es un ejemplo perfecto de todo ello y así lo han visto los músicos Tolo Prats y Magí Garcías. Juntos, desde sus orígenes musicales diametralmente opuestos, «como agua y aceite», tal y como lo describe el primero, y desde sus aproximaciones totalmente diferentes a esta arteria de Ciutat han creado el disco Porta pintada, un experimento musical que recorre la vía desde su esquina con Oms hasta la Plaça Major en lo que ambos, en esto sí coinciden, califican como «un descenso a los infiernos».

La idea original es de Garcías, concertista de piano que avisa: «No es una denuncia, sino una autocrítica» de una generación «con un alto grado de pasividad» y que representa en este disco «este sentimiento de decadencia». Garcías detalla que el «esqueleto» del álbum, que se compone de 14 temas, es él al piano mientras que «los tejidos y órganos son Tolo Prats que añade sintetizadores, samplers, electrónica, etcétera». Todo grabado en una única jornada y, casi, en una única toma en la que mientras Garcías tocaba el piano, Prats improvisaba sobre la marcha.

Símbolos

Aunque, como es sabido, para improvisar bien hay que estudiar mucho, y los dos habían trabajado ideas de manera conjunta, inspirándose en la propia calle Sant Miquel, epicentro de «todas las referencias» que nutren Porta pintada y sus 14 tracks. Cada uno es una parada del recorrido que arranca en Oms con Sant Miquel y avanza hacia la Plaça Major alimentándose de la misma calle: «Todo es susceptible de ser un símbolo», señala Garcías que añade: «Cualquier cosa podía ser un trampolín para recrearse en una idea inspiradora».

Portada del disco, que sale el 1 de marzo, obra de Toni Rotger.

Así pues, la idea central que nutre las sensaciones del disco, que es profundamente abstracto, es «cómo hacer de algo bello una cosa grotesca», insiste Garcías. Dicho de otra manera, es un reflejo de «la realidad combinada con una imagen de postal» representado en «una calle tan bella como Sant Miquel» que oculta «las entrañas de una ciudad en decadencia en la que nadie hace nada por parar el desenfreno», convirtiendo ese lugar en un espacio en el que «casi no se puede ni andar» y en el que hay «edificios emblemáticos a los que nadie hace ni caso».

Prats, por su parte, destaca que ha sido muy fácil trabajar con Garcías bajo la premisa de que «o hay química o no hay», pero contrapone sus impresiones de Sant Miquel a las que el pianista podría tener en origen. Si para Garcías, a pesar de la realidad actual, todavía hay un apego a la ciudad y a estas calles, para Prats, de siempre, acudir a Sant Miquel ha sido «un infierno». El músico autodidacta, con larga trayectoria en el mundo de las bandas sonoras, destaca que «el ruido, la ansiedad, el movimiento, la gente», todo unido le generaba una sensación cercana a la «agorafobia».

Esta forma de ver la calle por parte de Prats motivó a Garcías a «volcarlo» y, al final, «hicimos este paseo, esta Divina Comedia que es como un Via Crucis», precisamente de 14 paradas, «que lleva los temas al ultramundo» a través no solo de elementos musicales, sino también «sonoros» con grabaciones realizadas en la propia calle como «puertas metálicas que se abren, gente caminando, murmullo, camiones, etcétera».

El disco saldrá el 1 de marzo y tienen previsto moverlo por festivales, aunque son consciente del aspecto experimental y bastante peculiar del concepto. En cualquier caso, el resultado les tiene muy «satisfechos». Una vez salga el disco, una idea es desplazarse hasta Sant Miquel para escucharlo siguiendo el itinerario mismo que propone Porta pintada y dejarse llevar en este descenso a los infiernos acompañados no por Virgilio, sino por Tolo Prats y Magí Garcías.