Desde la izquierda, Marta Vall-llosera, Rafael Moneo, Vicente Tomás, Luis Garía-Ruiz y Patricia Klein. | Pilar Pellicer

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El Aljub de Es Baluard Museu d’Art Contemporani acogió este miércoles por la tarde la mesa redonda Espacios para el arte: la arquitectura de los museos, encuadrada en las actividades por el 20 aniversario del centro, y en la que los arquitectos Rafael Moneo, responsable del edificio central de la Fundació Miró, Patricia Klein, una de las autoras del Centre Internacional de Fotografia Toni Catany, junto a Luis García-Ruiz y Vicente Tomás, dos de los profesionales al frente del propio Es Baluard, repasaron las claves de sus respectivos proyectos con el objetivo de reflexionar sobre la relación entre el espacio y la funcionalidad de los diferentes centros expositivos de Mallorca.

Conducida por Marta Vall-llosera, presidenta del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, los protagonistas departieron ante un auditorio prácticamente lleno sobre los retos y las metas que afrontaron y persiguieron durante la construcción de los tres espacios. Los primeros en hablar fueron los que jugaban en casa: García-Ruiz y Tomás.

García-Ruiz repasó las fases de lo que fue crear Es Baluard, relatando parte de la historia del enclave así como algunas de las vicisitudes que tuvo que afrontar a lo largo de los siglos, incluido el derribo de parte de la muralla en los años 60 tras pasar de propiedad militar a manos privadas. Un «desastre» que, al restituirse la muralla, permitió mayor altura a algunas salas, por lo que algo bueno salió de aquello.

García-Ruiz, que alabó la figura de Pere A. Serra como coleccionista al nivel del Cardenal Despuig y uno de los principales responsables de que Es Baluard exista hoy en día como un entorno «que ya forma parte del entramado de Palma» y que está «conectado al barrio de Sant Pere» y al resto de la ciudad.

Por su parte, Tomás describió el intento de «trabajar con el máximo respeto al entorno y a la potente historia» de Es Baluard, a través del uso de la madera para las cubiertas, «recuerdo de los barcos», y el muro blanco de hormigón «que dialoga con la muralla».

En cuanto a Moneo, este se centró en el edificio central de la Fundació Miró y repasó el antes, durante e inmediato después de un proyecto que «quiso recuperar el agua perdida» que Miró veía desde su ventana. El arquitecto repasó de manera exhaustiva las diferentes partes e ideas que estructuran su trabajo en la intentando «reflejar la obra» del genio catalán en las propias geometrías «sin continuidad», ecos de cómo Miró veía su propia obra: «Como epifanías de un momento singular». Finalizó su parlamento con una reflexión: «Miró consiguió vivir dónde y cómo quería y es lo que la Fundació debe mantener y entender que es el tributo que Palma le debe».

Por último, Klein transitó por el proyecto más reciente, la Toni Catany, del cual destacó la «dualidad entre integrarse en el contexto y proporcionar un edificio apto para ser un museo contemporáneo». Los cuatro realizaron un extenso recorrido por la intrahistoria y las entrañas físicas y conceptuales de tres edificios punteros dedicados al arte en la Isla.