La mallorquina Samantha Hudson, en una imagen promocional de su último trabajo discográfico. | CESAR R. DOMINGUEZ

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Elegir es limitarse, escribió Balzac. Quizá por eso Samantha Hudson elige no elegir. O, al menos, ese es el mensaje que subyace en la trastienda de su tema ‘Chula’. Y es que si lo piensan, la feminidad, la masculinidad, son solo un concepto. Tiene una voz oscura y fuerte. Preponderante. Cuando responde exhibe una curiosa mezcla de nervio intelectual y cháchara de bar impregnada de ironía. A pesar de su juventud, de tener toda la vida por delante, no lleva la Navidad en los ojos. Se la borraron a base de ostias. Pero de todo se aprende y, ya saben, lo que no mata engorda. Acaba de publicar AOVE Black Label, y luce en sus vitrinas un premio MTV EMA a Mejor Artista Española. La ‘Hudson’ está en su mejor momento, lo constatará en las Mallorca Live Nights (Es Gremi) el próximo 10 de febrero

En su tema ‘Chula’ afirma que no es un ‘tío’ ni una ‘tía’, sino algo mucho peor. ¿Hay que ponerse brava para que no la pisen a una…?
Yo diría que en esta vida, en general, hay que ponerse brava, sobretodo cuando todo el mundo te toma por tonta. Pero hay que ser muy lista para hacerse todo el rato la tonta. Soy un ejemplo de haber sabido aprovechar los prejuicios en mi beneficio.

Su sonido evoca un cruce entre el italo disco de los primeros ochenta y el electro clash de los noventa. ¿Es el resultado de sus influencias?
Sí, siento que al principio era una referencia al electro clash y ahora me dejo inspirar por la electrónica efervescente. Mi música es un revival de la contracultura de club de los noventa.

¿Hay mucha carga autobiográfica en sus letras?
Todas están inspiradas en mis amigas y la escena de club.

¿Alguien que conocemos por su nombre artístico vive siempre actuando?
La vida en esencia es una obra de teatro, nuestra personalidad es un guion sujeto a cambios constantes.

¿Se ha convertido en la artista que anhelaba ser?
No sé si anhelaba ser una artista. Me dí a conocer de una forma bastante controvertida y circunstancial y siempre he trabajado en base a ello. Creo que más bien me he convertido en la persona que quería ser.

En una entrevista afirmó que el periodista no es un amigo, pero tampoco un enemigo, y que hay que irse con cuidado porque somos muy poderosos. No sé qué pensar. Uno tiene menos influencia que El Fary en Melrose Place...
En realidad era un consejo para las niñas de Operación Triunfo. Es algo que he aprendido a base de palos, hay que ser cautelosa y saber torear.

Decía Manuel Vázquez Montalbán que el escándalo suele estar en los otros, en los que se escandalizan...
Estoy totalmente de acuerdo, y es un tema que me persigue. Siento que es como fijarse en la cara de la moneda sin prestar atención a la cruz.

¿Hacer música es dar un paso hacia la vulnerabilidad?
Sí, de hecho creo que cuando más artista soy más lidio con el síndrome del impostor. Cuanto más en serio te tomas más fácil es sentirte ridícula.

¿Es más fácil gestionar el fracaso que el éxito?
Depende. Creo que la vida es un sinsentido, intento no tomarme las cosas demasiado en serio, no dejarme engatusar por le mundo.

El presidente de las Nuevas Generaciones del PP madrileño dice que usted «representa el modelo de juventud derrotada que busca la izquierda». Viniendo de donde viene, ¿es un piropo?
Lo más sano que puedes hacer es tener un concepto claro de lo que es perder y fracasar. Y es algo que va cambiando según las circunstancias. Me gusta un mundo maleable, flexible, donde tus propios propósitos puedan variar según las circunstancias. Creo que desde la óptica convencional, he sabido pilotar muy bien el fracaso. Creo que soy una privilegiada por poder llevar cinco años haciendo conciertos y trabajando sin parar. No hay persona que más cumpla con el relato de la meritocracia que yo.

Su aparición en Operación Triunfo, más que una arenga motivacional, fue un baño de realidad para quienes aún piensan que los niños vienen de París…
La esperanza sin realismo es sensatez. Creo que está bien perseguir los sueños, pero no veo que tiene de malo tirar la toalla. No hay que dejarse secuestrar por la fantasía, hay que tener los pies en la Tierra y estar preparado para el fracaso.

¿Por qué nos ofenden las verdades groseras, si todos sabemos que España es un país de enchufismo, cuñaísmo y otros ‘ismos’...?
Porque es fácil seguir instalado en esa narrativa tan generalista. Hay mucha gente que siente como una amenaza que la juventud entienda como funciona las cosas realmente.

¿En este país, meritocracia rima con...?
Elitismo.