Un momento de la representación de ‘Verónica’, de Magdalena Garzón, en los exteriores del Centre de Fotografía Catany.

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El Centre Internacional de Fotografia Toni Catany de Llucmajor acogió hace unos días la presentación del espectáculo de danza Verònica. Poètica de les floreres, de la coreógrafa Magdalena Garzón, bailado por Èlia Genís y Blanca Tolsá. La obra empezó en plena calle, frente a la entrada de la entidad, siguió en el patio del espacio y terminó en el interior del mismo. «En Verònica hay una cierta continuidad con mis obras anteriores, como Retaule en dues parts o Vetlla», explicó Garzón al público, al acabar la actuación. En todas hay un interés por investigar la relación entre la música y la danza. «Existe siempre una cierta tensión entre la quietud y el movimiento», declaró la coreógrafa. Fue en algunos de los momentos más calmados de Verònica, donde el espectador pudo trazar paralelismos entre los gestos de las bailarinas y el estilo pictórico de los bodegones de Toni Catany.

Antoni Garau, director de la Fundació Catany, se emocionó con la interpretación y destacó que «es interesante poder hablar de la obra de Toni (Catany) desde la danza, la pintura, la música o la literatura, por eso nos gustaría poder acoger la nueva producción en curso de Magdalena Garzón».

Altars Profans

En ese sentido, Garzón anunció en Llucmajor que, el 10 de diciembre, dará a conocer una muestra de lo que será su nuevo espectáculo, titulado Altars profans, en el Mercat de les Flors de Barcelona. Lo hará en la fase final de los Premis Coreogràfics del Institut del Teatre. «Se trata de un cuarteto de bailarinas (Iris Borràs, Èlia Genís, Carla Piris y Anna Tejero), con la música Introduzione all’oscuro del compositor Salvatore Sciarrino», contó Garzón, quien avanzó que «en esta pieza, las figuras se mueven fantasmagóricas y nos acercan a la imposibilidad de situarnos en un determinado lugar, en una paz inquietante que revela la intimidad en la imagen».

La coreógrafa Magdalena Garzón se sirve del imaginario de Catany.

El título de Altars profans dio nombre a la última exposición de Toni Catany, que murió el 14 de octubre de 2013 en Barcelona. La serie constaba de una serie de naturalezas muertas en blanco y negro y color, a partir de objetos acumulados durante toda una vida y que, en muchos casos, procedían de sus múltiples viajes. Esa serie está emparentada con algunos de las naturalezas muertas más conocidas de Catany, que catapultaron su reconocimiento internacional, aunque las imágenes de Altars profans son algo más austeras y representan un guiño a las primaveras infantiles del autor, en las que jugaba, en casa, a imitar la ornamentación de la Mare de Déu de Llucmajor, con flores, objetos y adornos, entre otros elementos.

«Este vínculo con Altars profans de Catany, que representa mi nuevo proyecto, no es algo de ahora mismo, ya que esta relación y la investigación empezaron hace tiempo», apuntó Garzón, quien aclaró que «las fotografías de Catany nos vinculan con el pasado, con la danza recorremos este pasado con la idea de llegar a una tradición innovada, con la mirada actual de la danza contemporánea».