El autor y experto en Rodari Jordi Folck, este lunes en Embat. | Jaume Morey

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En 2022 se cumplieron cincuenta años de la escritura del primer manual de escritura creativa: Gramática de la fantasía, el arte de construir historias, del escritor y pedagogo italiano Gianni Rodari (1920-1980). Un libro tan «revolucionario» como «olvidado». Así lo denuncia Jordi Folck, autor y docente experto en Rodari. Con su reciente libro Rodari 2.0. Tècniques creatives per fomentar l'escriptura a casa i a l'aula (Publicacions Abadia de Montserrat) ha recalado este lunes en la librería Embat de Palma.

Asegura que Rodari podría considerarse el padre de la creatividad moderna, pero sigue siendo un desconocido para la gran mayoría. ¿A qué cree que se debe?
Hace ya tres años, cuando comisiarié el Centenario Rodari para la Diputació de Barcelona, di unos talleres a docentes y descubrí que la práctica totalidad de ellos tomaban notas apresuradas como quien acaba de descubrir la fórmula de la piedra filosofal. El pasado año se cumplían cincuenta años de la escritura del primer manual de escritura creativa como fue Gramática de la Fantasía, el arte de construir historias, un libro revolucionario que ahora parece olvidado. Y es que, entre otras razones, los que escribimos para niños somos considerados escritores de segunda categoría o nadies a tener en cuenta . Y eso pesa. Gianni, el pedagogo que murió joven, no llegó a ser publicado en EEUU hasta hace dos años en el centenario de su nacimiento. Todo suma.

Todos los que se dedican a la literatura infantil y juvenil se quejan de que se les trata con menosprecio. Sin embargo los niños son el futuro y son los que tienen menos prejuicios y menos filtros, para bien y para mal...
Cuando fracasa la comprensión lectora, cuando triunfan las adicciones a pantallas y a móviles, cuando las devoluciones de los libros alcanzan ya el 50 por ciento, descubrimos que el mundo del libro está atravesando una edad oscura. El lector se construye desde pequeño en en entorno familiar lector y en los centros educativos. Pero muchos padres abandonaron su responsabilidad educativa en ara de los maestros. Y las escuelas rechazan la creatividad. No existen, apenas, escuelas creativas. En secundaria la lectura se convierte en un engorro, en algo obligatorio pero molesto. Lo sé porque recientemente he sido profesor de secundaria hasta que una depresión me apartó de las aulas. De hecho la directora del IES Sabadell me dijo que fuera menos creativo en mis propuestas. Es lo que hay. Sentido único y mediocridad en el poder. Y si los hombres y mujeres del mañana carecen de la sensibilidad, la imaginación, la capacidad de comprender el mundo y a sí mismos, lo que se alcanza a través de los libros, no de las clases, este mundo va directo al cubo de la basura. De hecho estamos entrando ya en el Reino de la Estupidez. O asómense a las redes sociales…

¿La imaginación y la creatividad también se aprenden?
El profesor de creatividad de la UAB José María Ricart, que me cambió la vida (un año después publicaba mi primer libro), dijo ‘querer es poder’. El filósofo José Antonio Marina, parafraseando a Sherlock Holmes, que ‘lo invisible se hace visible si se está buscando’. Rodari, Howard Gardner y Mihalyi Csikszentmihalyi nos responden con un sí rotundo. Pero tendrán que desaparecer dos generaciones o más para que la creatividad, como capacidad para buscar alternativas, se comprenda como un talento a desarrollar, como una fórmula de supervivencia para sobrevivir a cambios abismales a los que este siglo nos va a someter. La creatividad lleva un peso histórico excesivo en sus espaldas al ser relacionado con la bohemia, con las artes, pero sin ella ni la medicina, ni la economía, ni el magisterio, ni la política tienen un largo recorrido. O hay un mundo de las ideas o no nos quedará mundo que explorar. Y todos somos creativos pero la mayoría no lo sabe. Así que aprendamos a vivir creativamente y salvaremos la vida. Para empezar, leamos, observemos, pensemos, hablemos, con el móvil apagado. Son los primeros escalones para alcanzar la gracia.

Con este libro propone actualizar un poco las valiosas lecciones de Rodari.
En primer lugar, quería reivindicar a Rodari, ver su nombre en gran tamaño en una portada como un autor de bestsellers que es lo que debería ser cualquiera de sus libros. En segundo, aproximar su Gramática al siglo XXI con aportaciones de otros creadores que a partir de, o en paralelo a Rodari, han construido una propia personalidad creativa. En tercer lugar, añadir a sus técnicas creativas de escritura ejemplos más cercanos añadiendo ejercicios que proceden de mi experiencia docente de más de 20 años en la universidad. Por último, la Gramática se encerraba en un país, Italia, el suyo, y en una época, los años 70. Era preciso reactualizarla, hacerla más universal, menos críptica y siempre necesaria. Un manual de escritura para el siglo XXI.

Habla de los juegos sin premios, sin ganadores. ¿Se ha vuelto demasiado competitiva la actividad creativa y literaria?
La investigadora Teresa Amabile ya escribió acerca de que cuando no hay premios ni regalos entre los niños, en el juego, en clase, el hallazgo y la motivación puede ser más grande eliminando una mala competitividad. La actividad creadora es siempre algo personal, único, singular. Y creo que todos debemos alegrarnos cuando un creador publica un libro, cuando se presenta una sinfonía o se estrena un filme que es un trabajo artístico colectivo. Pero sí debemos enojarnos cuando un mal escritor , un cineasta insuficiente o un pintor hace mal su trabajo pero recibe igual la aclamación popular. Lo malo nunca es competitivo. Lo malo es la ignorancia

En pocas palabras, ¿cómo potenciaría la escritura creativa, en pequeños, pero también en adultos?
Hay profesores nefastos que obligan a copiar el enunciado del libro, que ya tienen los alumnos, cuando piden que completen sus ejercicios. Son los que piensan que con sangre la letra entra. Otros siguen todavía pasando dictados. Rodari los aborrecía. Muchos docentes exigen como lectura obligatoria El Quijote o a La Regenta que ya no despiertan ningún interés lector en los adolescentes. Así matan a la escritura y, por ende, la lectura. La escritura creativa tiene que ser divertida, alocada, sugestiva, original, romper moldes. Yo lo lograba en el aula con redacciones libres: por ejemplo, una carta de amor a los padres por San Valentín que ellos debían leerles en voz alta y ellos firmar después. Hubo muchas emociones en casa y en el aula y descubrí algunos infiernos personales. También pedía cuentos de amor o terror, o de suspense. Rechacé obligarles a examinarse, era mejor un cuento a partir de ciertos criterios, y tuve serios problemas con el claustro de profesores. Pero la clave era: 'Divertiros'. Sin diversión no hay escritura. Para adultos, las mismas reglas. Cuéntame tu vida o una historia, pero emocióname, hazme sentir vivo y, a ti, rico o rica. Todos tenemos recuerdos, imágenes que al revivirlas se convierten a través de la belleza en literatura imperecedera.

Mucho se habla de que a niños y adultos nos cuesta más que nunca concentrarnos. Pero, a la vez, nunca habíamos tenido tantas historias, tanta ficción a nuestro alrededor: literatura, películas, series... ¿Cómo lo valora?
Esta pregunta mercería un libro. En Apocalipsis cognitivo, Gerald Bronner, cuenta que, en los últimos veinte años, en Francia se ha perdido una tercera parte de los lectores irrecuperables por culpa de las tecnologías. El problema es gravísimo y necesita ser contado y debatido. Si el depósito de la memoria del niño se llena de imágenes de TikTok breve, frenéticas, que no van a ningún lugar, que ocupan un espacio vacío, cuando uno necesite leer le costará muchísimo en ese ejercicio de la dispersión concentrarse en la lectura y en el esfuerzo. Y después, cuando necesite resolver un problema en ese depósito de la memoria no va a encontrar la solución. Problemas de comprensión lectora, errores ortográficos y gramaticales enmarcan a la generación de la ignorancia que, nacidos después del 2010, llegaron con un móvil bajo el brazo y pronto con un chip en el cerebro. Son hiperactivos en redes, liebres que se creen ganadoras pero tortugas perezosas, indisciplinadas en otros muchos ámbitos: serán incapaces de escribir una carta motivacional o un triste currículum a una empresa. En vez de producir historias nosotros mismos las consumiremos en las plataformas a cantidades industriales y más con la ayuda de la Inteligencia Artificial. Necesitaremos más ojos. Y más dedos para el scrolling. A la generación de los ignorantes seguirá la generación de los dormidos, seres inútiles conectados permanentemente a pantallas. Y el ejemplo de Rodari, un pedagogo amable, pero revolucionario, quedará de nuevo enterrado. Y el ruido, no la palabra, será Verbo.