‘Nowhere’, el thriller de supervivencia de Netflix con acento mallorquín

Riera y Ruz, que se conocen prácticamente de toda la vida, firman el guion y la producción de esta historia cuyo germen llegó hace cinco años, cuando su versión original se quedó estancada sin lograr apoyo. Se trataba de una idea de Indiana Lista que, por lo que fuera, simplemente no avanzó. El texto llegó a manos de Ruz quien vio su potencial y, tras compartirlo con Riera, se pusieron manos a la obra. «El concepto era muy interesante y necesitaba la dimensión para venderse, así que añadimos los ingredientes y empezamos a mover el proyecto», explica Ruz.

Proyección

El apoyo de Netflix fue fundamental: «Nadie hubiera respaldado el proyecto de esta manera de no ser por ellos», destaca Ruz que añade que desde la empresa de streaming «respetan mucho el aspecto creativo y a nivel humano dan una seguridad durante un viaje que puede ser muy largo para hacer que la película llegue hasta donde se merece».

La proyección de la cinta, que llega hoy a la plataforma, es uno de los mayores impulsos que puede aportar la empresa poniéndola al servicio de una audiencia potencial de 238 millones de usuaris en todo el mundo con Nowhere disponible en 190 países.

En cuanto al resultado de la cinta, para Riera se trata de «una cinta de tensión constante, pero sobre todo emocional en la que el público podrá empatizar con la situación de los personajes». Además, al tratarse de una cinta del género «atrapados» con una actriz principalmente, el peso interpretativo recae sobre Anna Castillo con una gran importancia, y Ruz detalla que Castillo es capaz de «dar esa garra y fuerza, al tiempo que parece vulnerable. Es una montaña rusa de emociones porque tiene dentro esta lágrima interiorizada y una gran capacidad de comunicar en muy poco tiempo».

Riera, por su parte, alaba de la actriz que pueda adaptarse a un rol «que requiere de una cierta fragilidad que ella emana al principio, como de alguien a quien debes proteger, pero hace un cambio brutal y pasa a ser una heroína con mayúsculas».

De hecho, ambos tenían muy claro que cuando le propusieron a Albert Pintó dirigir la cinta que Castillo era la indicada para el papel, a lo que él accedió. Pintó, por otro lado, fue seleccionado casi de manera instintiva por Riera y Ruz mientras veían en el cine su cinta Malasaña 32, al constatar «su capacidad de crear terror y tensión». De hecho, «no analizamos más directores, lo tuvimos claro», reconocen los mallorquines.

La cinta, a su vez, cuenta con un subtexto que quiere poner de manifiesto un drama como es el de alguien que se ve forzado por las circunstancias a abandonar su país en una situación extrema y de urgencia. Trasladado a una España distópica, un contexto no muy tratado en el mundo de la ficción cinematográfica que Ruz y Riera querían «potenciar», la protagonista se ve en una situación ineludible por la cual su vida, la de su marido, Nico (interpretado por el gallego Tamar Novas), y la de su hija todavía por nacer, corren peligro. El hecho de estar ambientada en nuestro país en un hipotético escenario en el que tras la pandemia ha imperado un régimen dictatorial, genera la premisa inicial: la sostenibilidad es inviable sin un tratamiento genocida hacia niños y embarazadas para aminorar la carga de población. No obstante, Ruz matiza que todo ello es más bien solo «el detonante que explica que alguien esté dispuesta a escapar cuando está a punto de parir».

Riera y Ruz, por otro lado, cuentan con dilatadas carreras en el mundo del cine que avanzan en paralelo. Riera, que forma parte del Sindicato de Guionistas de Hollywood cuya huelga acaba de finalizar, ha trabajado ya en filmes como ¿Qué le pasó al rey de los delfines?, también en Netflix, o A 47 metros. Por su lado, Ruz cuenta con una trayectoria extensa en el mundo de la producción, habiendo formado parte del equipo de El practicante, protagonizada por Mario Casas, o Black Mirror. Son dos compañeros y amigos que unen en Nowhere talento y ganas para «una peli extremadamente tensa y que te lo hace pasar fatal para que no puedas ni acabar de tragar la palomita», como describe Riera, pero al mismo tiempo muy «emocional».