El creador del espectáculo 'Cruz de navajas', Gonzalo Pérez Pastor, durante la rueda de prensa en el Auditòrium de Palma. | Teresa Ayuga

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La música de Mecano, como de tantas bandas míticas, es un antes que se viste de ahora. Por mucho que pase el tiempo, siguen sonando y su efecto nostálgico no decae. No obstante, para algunos de pasado tienen poco, y por ello el Auditòrium de Palma calienta motores para acoger, del 19 al 22 de octubre, Cruz de navajas, un espectáculo que huye de la definición clásica de musical para traer a Mecano a un lenguaje moderno que convierte a este proyecto en el «espectáculo más grande actualmente en España», según su cerador, Gonzalo Pérez.

Fue el propio Pérez, que cuenta con una dilatada experiencia en el sector escénico y musical, quien ayer, desde el propio Auditòrium, detalló los elementos que diferencia a su espectáculo de otros musicales y tributos realizados sobre la banda formada por Nacho y José María Cano: «No es un homenaje ni un tributo, ni diría que es un musical, es un espectáculo audiovisual con todas las letras. A través de la utilización de «una tecnología apabullante», cada tema mítico de Mecano «se convierte en un pequeño gran universo» que logra «algo que no se había hecho».

Con un elenco que rota entre las funciones, música estrictamente en directo, el uso de vídeos producidos de alta factura, y una gran creatividad a la hora de llevarse las canciones a los estilos de los propios artistas que los interpretran, Cruz de navajas repasa más de 30 temas durante casi tres horas que «es parada obligatoria para aquellos a quienes les guste Mecano, pero a los que no les guste la banda les encantará a pesar de Mecano» porque «está al servicio del recuerdo, pero también de la novedad», destacó el productor.

Dos de los cantantes presentaron junto a Pérez el espectáculo, Mikel Herzog y Joan Riaño, que alabaron el nivel del proyecto. Para Herzog, «es una barbaridad y algo totalmente diferente a un musical» que «no es un tributo ni imitar», sino mucho más. Por su parte, Riaño avanza que «el espectador se verá envuelto en una vorágine de muchas cosas».

No oculta Pérez que «el resultado es raro», porque respetan la música original al tiempo que la llevan a su propio terreno y, además, se usan micrófonos de concierto, haciendo que el espectador disfrute en una misma sesión de un musical, un concierto en directo y momentos íntimos. Pero su satisfacción con el resultado es igual de grande.