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Se comentaba estas últimas semanas en todas las actividades relacionadas con la Nit de l’Art que la idea era hacer un llamado a la ciudadanía para que perdieran el respeto que el gran público tiene a las galerías de arte. Dicho y hecho. Palma vivió ayer una multitudinaria velada en la que sus calles fueron literalmente abarrotadas por decenas de miles de personas que se animaron como nunca a visitar las decenas de propuestas expositivas qu ela 27 Nit de l’Art tenía que ofrecer. Un auténtico baño de masas y de arte que da la bienvenida al otoño de la mejor manera posible: con un constante e incesante diluvio de público que inundó como nunca los muchos espacios expositivos de Ciutat.

«Había ganas» era la frase más repetida entre los propios galeristas, algunos de los cuales se mostraban sorprendidos por la afluencia de gente. Pep Llabrés, que ofrecía en su espacio de la calle Sant Jaume el trabajo deJosep Santamaria, comentaba al inicio de la jornada, con el sol aún en el cielo, que desde que habían abierto «no había parado de entrar gente», aunque de manera manejable. Horas después, ya entrada la noche, una sonrisa subrayaba en su cansado rostro, la valoración era ligeramente distinta: «El que no ha parado en todo el día he sido yo», exclamaba mientras Sant Jaume era un auténtico río de personas.

Algunas de esas personas transitaban desde o hacia La Misericòrdia, espacio que ayer se sumaba a la Nit de l’Art con tres exposiciones de los espacios adheridos de fuera de Palma (CCA de Andratx, La Bibi Gallery y la Maior de Pollença), pero la verdadera atracción era la apertura al público del Aljub, para el cual la cola de visitantes expectantes literalmente sobrepasaba del jardín.

Fue allí, de hecho, donde las autoridades políticas, entre las que se encontraba la presidenta del Govern, Marga Prohens, acompañada de un séquito de compañeros de partido como Llorenç Galmés, actual presidente del Consell, o Antònia Roca, consellera de Cultura, pero también de miembros de la oposición, como Catalina Cladera, expresidenta del Consell, dieron el ‘sus’ oficial a la Nit de l’Art con su visita al reformado espacio que ahora estará abierto para la ciudadanía.

Nit de l'Art
La galería de Fran Reus sirvió como punto de partida con el 'sus' oficial a la Nit de l'Art.

Y aunque La Misericórdia sirvió como una suerte de punto de partida para el recorrido, lo cierto es que la ciudad entera estuvo repleta de ofertas. En la Pelaires, por ejemplo, la tríada de artistas formada por Inês Zenha, Diego Delas y Oliver Osborne recibía cientos de curiosos y algunos compradores que comentaban las obras con Frederic Pinya, el galerista, que detallaba a este diario «me decían estos días que habría más gente este año, pero cada año lo decimos. Esta vez ha sido verdad».

Una tónica similar se vivía en los demás espacios como la Galería Vanrell, donde Icon Zar y Rosa Vanrell atendían a quienes se veían atraídos por la exposición de la artista afincada en la Isla para corroborar las sensaciones: «La gente tenía ganas», explicó.

No lejos de allí, en la Galería Baró, Susy Gómez y sus Campos penetrables también atraían la mirada y la atención de decenas de personas a pesar de estar ligeramente algo más alejada del circuito céntrico. Esa circunstancia, como decimos, no se notó en absoluto, como tampoco ocurrió en la P Gallery, ubicada en plena Plaça de Cort, donde turistas y locales transitaban en sus itinerarios artísticos de galería en galería que, a los que en esta ocasión se sumaban también multitud de actividades en la calle, como una performance de danza frente al Teatre Principal u otra en la propia Cort o en Plaça Major, animando todavía más a que la gente saliera de casa.

Y vaya si salieron. A medida que la luna se hacía grande y el sol pequeño, el otoño se hacía notar en su primera noche oficial refrescando las aceras que vibraban con el calor de la gente que se amontonaban en Sant Feliu de camino a las varias casas de arte de la zona como Gerhardt Braun, Kewenig o Kaplan, islas refugio del océano de personas que inundaba las calles, o camino a La Llotja, que acogía la luminosa y brillante obra de Pedro Cabrita Reis, una de las grandes atracciones de la noche.

Muy cerca de allí, en su galería, Fran Reus, presidente de la asocicación de galeristas organizadora del evento, calificaba de «masiva» la jornada en un espacio también a rebosar. «La Nit de l’Art sirve para acercar el arte a la ciudadanía», un mantra que han repetido durante semanas y que parece ser acertadísimo teniendo en cuenta el éxito de la cita.

Y con todavía noche por delante, y mucho arte por ver, Palma continuó vibrando como hacía mucho tiempo que no lo hacía en la que posiblemente fue la Nit de l’Art más masiva que se recuerda, al menos en los últimos tiempos, no solo en oferta y espacios, sino, y puede que sea lo más importante, en un público que fue de todas las edades, nacionalidades y gustos que uno puede imaginar. Un diluvio total.