El artista luso Pedro Cabrita Reis, ayer en La Llotja de Palma. | Teresa Ayuga

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La Llotja de Palma se suma a la Nit de l’Art 2023, que se celebrará el próximo 23 de septiembre, y lo hace por todo lo alto, lo largo y lo ancho. El artista Pedro Cabrita Reis, uno de los creadores más reconocidos de Portugal y con varios reconocimientos internacionales de prestigio a sus espaldas, ha intervenido en colaboración con Kewenig el espacio central del establecimiento para su obra Mar Interior, una reflexión luminosa sobre la relación con el Mediterráneo que se inaugura hoy, a partir de las 20.30 horas, y sirve como reapertura de La Llotja a la ciudadanía y al arte.

La presidenta del Govern, Marga Prohens, recibió a Cabrita Reis en el Consolat de Mar, donde el artista explicó los detalles de la instalación lumínica que llena de luz blanca los altos techos del recinto. También acudieron otros representantes públicos como el alcalde de Palma, Jaime Martínez, y el regidor de Cultura, Javier Bonet, entre otros.

Visiblemente alegre y con mucho sentido del humor, el artista luso explicó que La Llotja es «un lugar mágico» que, como todos los de su estilo, «tiene secretos inescrutables» que son la «materia prima del arte» y lanzó la pregunta de «quién puede decir que no cuando le proponen trabajar en un sitio así», algo que catalogó de «desafío» por poner en diálogo «una cosa que lleva aquí 500 años con otra que lleva 67», en referencia al edificio y a sí mismo.

Sobre el sentido de la obra, señaló que Mar interior hace referencia al Mediterráneo, el cual le «interesa por sus posibilidades de investigar, leer, pensar e ir al encuentro de otros creadores». Por estas razones, le parece una «fuente infinita conceptual, poética y artística» que continúa ofreciendo a día de hoy inspiración a «quien lo mire con los ojos de la inteligencia y el alma».

A su modo de entender el arte, de hecho, la obra «ha de ayudar a expandir la inteligencia y no necesariamente con métodos inmediatos», sino que es un proceso lento de autodescubrimiento: «Si alguien se da a sí mismo un minuto o una hora mirando una pintura, ese proceso inevitablemente le ayudará a crecer, y espero que los visitantes que vengan salgan por la puerta de la Llotja con la obra dentro de ellos, porque no es mía ni de nadie, sino de todos», comentó.

Por otro lado, Cabrita Reis también explicó que la obra ha de generar, necesariamente, una tensión con el espacio en el que está ubicada, razón por la cual no se alinea con las columnas, sino que se extiende en diagonal para «sugerir un movimiento en el público que, como casi todo lo que hay en el universo, sigue una elíptica», ya que si estuviera alineada «la arquitectura se la comería» y se perdería la «relación amor-odio» que Mar interior genera con La Llotja, que es «el tipo de relación que más dura».

Finalmente, aunque no tiene un sentido político per se, el trabajo de Cabrita Reis no huye de esa interpretación, ya que «toda obra de arte es política» y «conociendo todo lo que ha ocurrido en el Mediterráneo, también las muertes a las puertas de Italia o Sicilia de gente que huye de África, la obra está al lado de estas comprensiones e interpretaciones y puede generar reflexión».