La cineasta Elena Martín, ayer en Palma antes de proyectar 'Creatura' en el cierre del Atlàntida Film Fest. | Laura Becerra

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Triunfadora en el último festival de Cannes al alzarse con el premio de la Quincena de Realizadores, Elena Martín cerró ayer el Atlàntida Film Fest con Creatura, cinta que narra y, sobre todo, genera una narrativa sobre el despertar sexual y su impacto en la constitución de la personalidad. Se trata de una película con un trasfondo muy elaborado, coescrita junto a Clara Roquet (Libertad) que no pretende dar una respuesta directa, sino hablar de algo para hacerlo real.

¿Cómo surge Creatura?
—Surgió hace cinco años en una época en la que pensaba mucho sobre la identidad femenina y el cuerpo. Hacía performances con amigas y compartíamos experiencias de infancia y adolescencia sobre despertares sexuales. Nos dimos cuenta de que tocábamos temas que no habíamos tocado nunca y me quedé con la curiosidad, así que hablé con una terapeuta, me recomendó lecturas sobre ello.

¿En qué momento se constituye como una película?
—La decisión firme se afianzó al empezar a leer sobre las consecuencias que tiene el despertar sexual en el desarrollo de una persona. Es algo que se ha tratado poco en ficción. Empezó como algo muy teórico, con entrevistas con mujeres y con padres, y el proceso de llevarlo a un guion fue muy minucioso y largo porque queríamos que fuera accesible, simplificarlo para que no fuera sesudo y emocionara. No pretendemos dar una respuesta clara y directa porque la vida no es así.

Hay cintas que hablan de este tema, pero lo abordan desde una experiencia traumática, ¿por qué alejarlo de eso?
—Cuando hablamos de violencia machista o sexual, si retratamos al agresor como un monstruo que se esconde en las sombras, un ser del inframundo, es difícil que nos identifiquemos con él porque su comportamiento no tiene que ver con nosotros, pero todos perpetuamos la violencia del sistema. Igual que si retratas a una superviviente como alguien a quien una vez le pasó algo muy traumático, es difícil identificarse con ella porque en la vida nos pasan muchas cosas, incluso algunas que normalizamos. Era importante que la peli fuera universal porque hablamos de un sistema que afecta a todos y no depende de un solo evento.

También se da mucha importancia al lenguaje y a verbalizar realidades, ¿fue premeditado?
—Es algo que fue surgiendo. Clara (Roquet) y yo hablamos mucho las cosas y algunas no nos las habíamos planteado nunca en nuestra vida. Fue un proceso de aprendizaje. Cuando alguien articula en un discurso algo que te ha pasado a ti te da una identidad y una capacidad de comprensión. Las cosas hay que nombrarlas para que existan, si no es muy difícil superarlas y normalizamos cosas que no son normales, por mucho que sean habituales. Hay afirmaciones que marcan una vida entera y el lenguaje es importantísimo porque genera una narrativa, genera pensamiento.

Al ser una cinta que pretende dar una narrativa nueva, ¿cómo cree que será recibida?
—Pues yo confío mucho en el público. A veces subestimamos muchísimo a la gente. Durante el proceso de guion no era fácil explicar la película y hay gente que la ha visto sola que me ha dicho que le ha gustado, pero que no sabe si el público la va a entender. Hasta ahora diría que todo el mundo la ha comprendido perfectamente porque aunque no se haya tratado el tema en ficción, es algo que todos tenemos en la cabeza, conocen esos caminos y el efecto es liberador porque es como si alguien explicara aglo que les ha pasado. Hace poco leí Pura pasión, de Annie Ernaux, y al final ella dice: ‘escribo este libro para que si a alguien le ha pasado lo mismo se sienta menos sola’. Eso Creatura lo cumple.

¿Cómo vivió la experiencia de presentar la cinta en el Festival de Cannes?
—Soy muy lenta dirigiendo estas cosas. Recuerdo que tras la primera llamada, en la que solo nos decían que estaban interesados en ella y todavía no la habían seleccionado, lloré muchísimo de emoción. Luego sentí que era todo muy abrumador, pero me preocupé mucho por explicar muy bien la película en inglés, en francés, etcétera. Además era la primera vez que hablaba de ella y me tomé muy en serio defenderla lo mejor posible. Ha valido mucho la pena. Fue muy bonito.