Ira Saches, ayer por la mañana en Palma. | M. À. Cañellas

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A pesar de no llevar mucho en Mallorca, Ira Sachs se siente como en casa. Nada más ver la Seu quiso entrar a ese «profundo monumento a la muerte» para disfrutar de su «poder». «No tenemos edificios así de antiguos en América, pero sí así de grandes», asegura con buen humor. Se dice que el festival de Sundance, la meca del cine independiente, es prácticamente su casa y ahora hace lo propio con el Atlàntida Film Fest. El realizador estadounidense presentó ayer Passages, una historia sobre un triángulo amoroso que rompe las barreras del género al levantar pasiones entre un matrimonio homosexual y una joven actriz a quienes dan vida BenWhishaw, Franz Rogowski y Adèle Exarchopoulos.

Sachs empezó a ir al cine con 14 años nada menos que en Sundance, festival que considera «Es mi escuela de cine». Allí, además, se formó gracias al Sundance Institute, donde recibió lecciones de gente como Stewart Stern, escritor de Rebelde sin causa, y ahora él mismo da clases allí, lo que le ha permitido «ver lo que es posible en comunidad». A su vez, le gusta el hecho de que junto a Panorama, Sundance es «de los pocos festivales llevados por gente queer, lo que hace que su programación no se encuentre en otros lugares dirigidos, normalmente, por hombres blancos heterosexuales», destaca.

Esta es una de las razones por las cuales le agrada el Atlàntida, detalla: «Es aventurero y tiene gusto, visión y hay riesgo en las imágenes que proyecta», ya que se aleja de lo que «siempre solemos ver» y, a su vez, hace especial mención a las películas sobre artistas, ya que «me encanta que haya alguien que vea que puede haber un público interesado en estas temáticas».

Sachs tiende a hacer películas muy personales, sobre inquietudes propias e individuales, pero no las considera autobiográficas ni sobre su propia vida, sino que «solo accedo a lo que hay delante de mí y como escritor vuelvo atrás en el tiempo para recordar experiencias y compartirlas», aunque, como si solo fuera un simple presentador de temáticas, les concede todo el mérito a los actores: «La película, en realidad, es de ellos».

Para esta, la que algunos catalogan como su cinta más sexy, ha unido un reparto de lujo con Ben Whishaw (El perfume) y Adèle Exarchopulos (L a vida de Adele) en modo estelar. Sobre ello, Sachs incide en que «todas mis películas son sexis, aunque sí tenía muy en mente hacer una cinta caliente, por lo que tuve muy presentes las pieles, los cuerpos y crear imágenes libres. Quería dar placer a través de mis imágenes», confiesa.

Para ello, el trío actoral, al que se une Franz Rogowski, le han proporcionado «una de las experiencias más alegre hasta la fecha», ya que «todos nos hemos llevado bien, nos hemos gustado, hemos tenido confianza y, además, cada uno es brillante a su manera, con su propia unicidad e integridad artística», indica.

Por otro lado, Sachs, que ha rodado sus últimas dos cintas en Europa, sugiere que filma «por una combinación del tipo de historia y el dinero que puedo reunir», aunque no oculta que «encontrar un productor que tenga fe en mi trabajo es difícil en Estados Unidos al ser un tipo de cine que está desapareciendo» y advierte de que «cuando se deja de producir ciertas películas también se deja de creer en ellas y piensas que si no existen ahora es porque no deberían existir», algo que, confiesa, le ha ocurrido a muchos colegas de su edad que «se han dado cuenta de que no se pueden mantener haciendo el cine que pensaban que harían» y, por lo tanto, han dado el salto a las series.

Passages, además, ha recibido en algunas zonas de Estados Unidos la dura calificación de ser para mayores de 17 años, no pudiendo ir menores de esa edad ni acompañados, algo que «entristece y enfurece» a Sachs ya que «vemos cosas mucho más provocativas en las noticias» y no duda en catalogar la decisión de «censura» heredera del Código Hays y como «advertencia a otros cineastas para que no hagan imágenes libres». No deja de ser curioso que en España la recomendación sea para mayores de 12, lo que demuestra «lsa diferencias culturales entre unos países y otros» y atestigua cierto tipo de cine como «acto de resistencia».