Lucía Muñón, Adolfo Moreno y Sergio Rodrigo, tres de los responsables de la cinta ‘Operación Brooklyn. | Pere Bota

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Uno de los lemas que el festival Atlàntida ha manejado desde siempre es su intención de pensar Europa y su concepto, su idea. No solo para los europeos, tan dados como somos a mirarnos y remirarnos en ese espejo que llamamos cuna de la civilización contemporánea y que otros simplemente llaman Grecia y Roma, sino que también es una invitación a vernos con otros ojos, con los de los que ansían llegar aquí por cualquier medio. De esto, en cierto sentido, trata Operación Brooklyn, el docu-thriller que se pudo ver ayer en el festival en estreno mundial y que narra lo ocurrido la noche del 5 de noviembre en el aeropuerto de Palma, cuando 22 migrantes salieron corriendo de un avión que había efectuado un aterrizaje de emergencia por una crisis sanitaria.

Dos de sus codirectores y autores de la idea original, Lucía Muñón y Sergio Rodrigo, junto al guionista Adolfo Moreno, estuvieron presentes en Palma para presentar la cinta y detallaron que «flipamos» cuando oyeron la noticia en directo a través de la radio. Muñón y Rodrigo, que trabajan en la productora Entrefronteras, fueron quienes presentaron el proyecto a Tomás Ocaña y al propio Moreno, de Capa España, marca de documentales del Grupo iZen. Es Moreno quien explica que «una de nuestras metas es atraer el talento de los creadores y si te llegan dos con una investigación como esta, y que cuentan con experiencia y prestigio como Sergio y Lucía, pues negro sobre blanco».

Historia

Así se fue gestando un proyecto cuyo germen fue el propio caso del 5 de noviembre, en el que tras una supuesta emergencia médica, un vuelo con origen en Casablanca y destino Turquía hace una escala en Palma para atender al enfermo. Es ya en tierra cuando, contra todo pronóstico, 22 personas salen huyendo y entran en territorio nacional, convirtiendo este vuelo en la primera ‘patera aérea’ de la historia, lo que provocó el cierre del aeropuerto durante horas. Los chicos fueron detenidos (a excepción de dos que lograron abandonar la Isla) y procesados por el delito de sedición.

El documental ofrece un recorrido «minuto a minuto», con testimonios de afectados y acceso a los propios whatsapps que los migrantes intercambiaron con familiares antes, durante y después del suceso, e incluye un gran trabajo de investigación. «Uno de nuestros objetivos era poner cara a los 22 migrantes y sus motivaciones», relata Moreno quien, como detallan sus colegas, «ha hecho magia al contar una historia de inicio a fin que todo el mundo puede entender». En este sentido, han pretendido «hablar de la migración, pero con una historia inédita, con adrenalina». «Vimos que era una historia de película» sin película aún, pero «no nos imaginábamos que sería el último caso de sedición en España», indica Rodrigo.

Así pues, Operación Brooklyn permite dejarse llevar por una intrigante historia, pero el tema no finaliza con el fundido a negro, sino que el debate continúa ya que los interrogantes siguen. «Esa es la balanza y el espectador tendrá que decidir». Y son muchas las preguntas por contestar: ¿Fue algo premeditado como parecen demostrar los grupos de Facebook bajo el nombre Brooklyn que aparecieron en comunidades de Marruecos? ¿Se trató de una puerta abierta totalmente improvisada que ahorraba meses, dinero y puede que hasta el riesgo a la propia vida para llegar a Europa? ¿Se ha pretendido sentar un precedente contundente con los migrantes para que no vuelva a ocurrir exagerando los cargos?

El etcétera es tan largo como el tiempo que han permanecido en prisión preventiva y, como destaca Moreno, privados de su derecho constitucional a dar su versión de los hechos a la prensa, ya que han intentado ponerse en contacto con ellos para realizar entrevistas y solo han recibido un silencio administrativo por parte del Ministerio del Interior incluso a pesar de tener el vistobueno de las autoridades competentes. «Me parece un escándalo», apostilla.

En cualquier caso, el filme permite adentrarse en toda esta historia a través de las experiencias de los 22 jóvenes, con caras, apellidos y voces reales, porque «nos acostumbramos a los números cuando hablamos de migrantes, pero no son eso, son historias de amor, sueños por cumplir, deseos de estudiar, y cada una es distinta con un objetivo diferente, y todas estas coinciden en Mallorca», concluye Rodrigo.