La artista plástica Maria Lluïsa Magraner, en una imagen tomada en 2014. | R.C.

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La luz de la artista plástica Maria Lluïsa Magraner se apagó la madrugada de este jueves a la edad de 99 años. Hija de sollerics y nacida en Amiens, Francia, en 1924, la vida de esta prolífica creadora bien podría haber inspirado una película. El funeral por su alma será el lunes 10 de julio, a las 19.00, en la iglesia de Sant Bartomeu de Sóller. Antes, este viernes 7, entre las 17.00 y las 19.00 se abrirá el velatorio en el tanatorio de la misma localidad.

Magraner dio sus primeros pasos en la prestigiosa Escuela Nacional de Bellas Artes de París, ciudad que cruzaba para ir a clase cuando estaba ocupada por los nazis y donde conoció a Pablo Picasso y, aunque llevaba más de una década retirada de los lienzos, pinceles y colores por una dolencia en la vista, su obra siempre ha estado viva y presente en numerosas galerías y museos, como el Reina Sofía, que custodia su pieza Dama de picas.

Magraner continuó sus estudios con su maestro André Lothe, quien la introdujo a un moderado cubismo hasta desembocar por ella misma en la abstracción lírica. También fue profesora de pintura al lado de Pere Quetglas Xam. Una de sus últimas exposiciones tuvo lugar en la Galería Matthias Kühn de Palma.

En la creación de sus obras, Maria Lluïsa Magraner aunó tendencias diversas como «el realismo y la abstracción lírica». En su primera etapa, el trazo de esta creadora se caracteriza por tener «un momento figurativo, en el que no sólo se encarga de representar la naturaleza, sino que confiere a sus obras un sentimiento poético». Ejemplo de ello son como había tratado los cuadros en los que pinta a «un vendedor de periódicos, una jovenzuela vestida a la moda o una naturaleza muerta».

Magraner, en el Casal Solleric de Palma, donde expuso en el año 1999.

Su obra pasaría a otra fase, que se distingue por su» abstracción lírica, en la que prima el dominio de colores». En este sentido, la gama cromática de su paleta es «extensa, vibrante, bella y luminosa», tal y como explican desde el Museu d’Art Contemporani Vicente Aguilera Cerni (MACVAC), en Castellón, que también cuenta con otra de sus obras, Improvisación, que data del año 1982.

Picasso

Entre tantas vivencias, perdura el día en que, siendo una jovencita, visitó el estudio de Picasso casi por casualidad, «porque una de mis compañeras de la residencia de señoritas tenía una tarjeta de Madame Picasso», tal y como narró a este diario en una entrevista en 2014, con motivo de su 90 aniversario. Era finales de los años 40.

Cuando llegaron a casa del pintor, «nos recogieron la tarjeta y nos hicieron esperar un rato hasta que el mismo Picasso nos abrió la puerta. Allí vimos a mucha gente sentada, esperando, y palomas que volaban por la casa», rememoraba María Lluïsa. El pintor «nos preguntó si estábamos casadas o solteras y nos dijo: ‘Os envidio vuestra juventud porque cada día podéis aprender algo’». Con un humor que sorprendió a las tres jovencitas, «nos enseñó un pelo del pecho y añadió: ‘Ya conocéis a un hombre desnudo’».

Después, proseguía la artista, «nos mostró los cuadros que había por los dos pisos de la casa y una escultura que yo ya había visto en el Palais de Tokio, recuerdo que en el segundo piso había muchos cuadros sin acabar». ¿Cómo se sintió ante el gran genio? «Me impactó, me temblaban las piernas», apuntaba.

Su carrera también le valió diferentes reconocimientos. En 1947 fue mención honorífica en el Salón del Museo de Bellas Artes de París. También en 1969, en el décimo Salón de Marzo de Arte Actual de Valencia. Además, se hizo con el segundo premio del II Certamen de Primavera del Museo Balear de Arte Moderno.